Wikileaks es un servicio web que aspira a obtener una comunidad de usuarios tan extensa y comprometida con su labor como la de Wikipedia, y que ya ha puesto en jaque a los gobiernos de diversos estados, y entre ellos, al de los EE.UU. Su actividad consiste en hacer públicos documentos clasificados o secretos (leaking significa “hacer pública alguna información sin contar con autorización o aprobación oficial”, según Wikileaks) de un modo que garantiza dos cosas: el anonimato y la seguridad del confidente, y la valoración por parte de una comunidad de lectores de la fiabilidad, veracidad y relevancia de la información publicada.

Así, a finales de julio Wikileaks puso en serias dificultades a los servicios de defensa e inteligencia de los EE.UU., al hacer públicos, a través de tres periódicos estadounidenses y británicos, unos 9.000 folios de documentos clasificados de las fuerzas militares de ese país desplegadas en Afganistán, que ponen de manifiesto abusos, errores y muertes de civiles a manos del ejército norteamericano, además de aportar pruebas sobre el supuesto doble juego de los servicios secretos pakistaníes, con los que EE.UU. colabora desde el inicio del conflicto. Se repite así la historia de los “papeles del Pentágono”, un informe secreto sobre la actuación de EE UU en la guerra de Vietnam filtrado en 1971 al periódico The New York Times que puso en tela de juicio la actuación de las sucesivas administraciones norteamericanas en el conflicto.

La diferencia ahora, y lo que impulsa el debate en la red (más allá de las repercusiones políticas y judiciales de esta filtración en concreto) es la reinvención del periodismo de investigación, pues los periódicos han perdido su exclusividad como canales de transmisión, y cualquier ciudadano del mundo puede ser confidente. Y aunque la página web se reivindica como un baluarte de la desobediencia civil y una “válvula de escape para cualquier miembro de un gobierno, para cualquier burócrata o empleado de una corporación que esté informado de asuntos embarazosos que la institución quiera ocultar, y de los cuales el público necesite tener noticia”, es obvio que la cruz de esta virtud es que pueden hacerse públicos documentos falsos o falseados, sin que puedan reclamarse pruebas de su veracidad.

Wikileaks se escuda en su comunidad de usuarios contra estas críticas:

“Proporcionar un forum para la publicación abierta de información puede dar lugar a posibles abusos. Sin embargo, se pueden tomar medidas para minimizar estos potenciales perjuicios. La forma más simple y efectiva de contrarrestarlos es una comunidad mundial de usuarios informados, y redactores que pueden examinar y discutir los documentos publicados […].Wikileaks expone los documentos transmitidos por leaking a un examen más exigente que el que muchas organizaciones mediáticas o servicios de inteligencia pudieran ofrecer: el examen de una comunidad mundial formada por los bien informados redactores de wiki.” (http://www.wikileaks.org/wiki/Wikileaks/es)

Y si Wikileaks se desarrolla del mismo modo que su inspiradora “hermana mayor” Wikipedia, hemos de suponer que será así. Pero es justo recordar que muchos artículos sobre temas polémicos de la Wikipedia ha tenido que ser bloqueados por ser foco constante de disputas y boicots, y la influencia de los intereses que sin duda ponen en juego los documentos publicados en Wikileaks supondrá una prueba mucho más dura para el juicio crítico de la invocada y canonizada “comunidad de usuarios”.

One Comment

Andrea

Escuchando el podcast: La educación en casa en ‘A Vivir’, Me ha asombrado algunas cosas. La primera es la utilización de la noción estructural funcionalista que hace ud de la socialización, en segundo lugar, me asombra que se totalice la escuela sin distancia critica alguna. Así mismo, la confusión entre educación y escolarización es algo que me confunde en un filosofo. Finalmente, creo interesante el poder escuchar activamente – alejándose del tenor escolarista – a la hora de dialogar con actores no académicos, escuché más la voz del poder, del pensamiento fuerte y masculino, que la actitud dialogal que sale al encuentro del otro incluso cuando mantiene su propia postura. Las redundancias, el sentido común, el cliché disfrazado de debate no nos lleva a levantar un discurso serio respecto de la escuela o la no escolarización, por el contrario, mantiene a todos los actores en un estado de funcionamiento pueril de la cultura.

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