Resumimos a continuación las ponencias de Gareth Mills y Sir Ken Robinson, el viernes 15 de octubre en el Global Education Forum 2010.

Gareth Mills“El Desafío del Aprendizaje en el siglo XXI”

Reconocido profesional dedicado a la innovación curricular y al rediseño del aprendizaje. Director asociado de Futurelab, importante foro de reflexión e investigación educativa con sede en el Reino Unido (de www.globaleducationforum.org).

Mills comenzó su exposición invitando al auditorio a reflexionar  sobre qué necesita aprender un ser humano para poder vivir en la sociedad actual. Prácticamente todas las respuestas que se dieron iban enfocadas a fomentar las competencias (creatividad, socialización, confianza, autoestima, …), y solo al final de este listado aparecieron los conocimientos.

Basándose en esto, comparó el aprendizaje con un árbol donde los conocimientos son las hojas, que van y vienen, y el resto de habilidades adquiridas constituyen las raíces que sostienen a un individuo y le permiten crecer y moverse en el mundo. Sin embargo, según él, el sistema educativo actual está más centrado en potenciar los conocimientos que en potenciar las habilidades.

Para que el aprendizaje sea efectivo debe ser atractivo y los profesores deben convertirse en arquitectos del conocimiento, no en carteros. El aprendizaje debe estar basado en los temas, las pasiones, las motivaciones que tiene cada alumno,  y la escuela debe ser un intermediario entre los alumnos y los conocimientos. Cuando los alumnos se sienten involucrados y motivados por su propio aprendizaje, este aprendizaje se hace más profundo y efectivo.

¿Cómo puede contribuir a esto la tecnología?

Mills puso varios ejemplos:

  • Los blogs, las wikis o las redes sociales pueden ser un medio para fomentar el sentimiento de pertenencia.
  • Las nuevas herramientas de realidad virtual y los simuladores permiten que los alumnos puedan experimentar y equivocarse y así aprender sin peligro, aumentando la confianza en sí mismos.

Al final de la exposición le preguntaron sobre qué elegiría, si una educación basada en las herramientas convencionales o una educación más tecnológica. Su respuesta fue la siguiente: Me decantaría por todo aquel recurso que ayude a formar íntegramente a una persona, todo es válido y no excluyente.

La educación trata básicamente de convencer o potenciar a otro para que entienda que:
Puedo marcar la diferencia en mi propia vida,
y si puedo marcar la diferencia en mi propia vida,
puedo marcar la diferencia en mi comunidad,
y si puedo marcar la diferencia en mi comunidad, puedo marcar la diferencia en el mundo.”

Sir Ken Robinson: «Talento, creatividad y potencial humano»

Robinson es un reconocido experto mundial en el desarrollo del potencial humano, la creatividad y la innovación. Ha asesorado a numerosos gobiernos, organismos internacionales, empresas, sistemas educativos e importantes organizaciones culturales. Su informe para el Gobierno del Reino Unido, “All our Futures: Creativy, Culture and Education”, más conocido como “The Robinson Report” fue determinante en la reforma del sistema educativo británico (de www.globaleducationforum.org).

Mediante una conexión a través de videoconferencia, Ken Robinson planteó el hecho de que las escuelas coartan la creatividad de los niños. Cuando los niños son pequeños, el 98% podría ser considerado genio; cuando terminan de pasar por el sistema educativo actual, el porcentaje disminuye al 2%. Algo falla en el sistema educativo.

La escuela debe estar dirigida a potenciar las habilidades e intereses de los alumnos, no a crear personas con gran cantidad de conocimientos, ordenadores andantes. El sistema educativo debe ser personalizado.

Puso como ejemplo a Rafael Nadal, pues si no le hubieran permitido desarrollar su talento, hoy no sería el tenista que hoy conocemos. Tal vez sería un abogado o un profesor, como tantos otros.

Por ello los gobiernos deben replantearse los modelos educativos que están aplicando, y cambiar, y ahora es el momento. Al hilo de esto terminó con la siguiente frase:

“Hay 3 tipos de personas en el mundo: los inamovibles, los movibles y los que se mueven.”

Os dejamos un vídeo de sir Ken Robinson en el TED 2006 (es un poco largo, pero muy entretenido).

Sir Ken Robinson – Las escuelas matan la creatividad

Más información:

Página oficial del Global Education Fórum 2010

Conclusiones en la clausura del GEF (Nieves Segovia, Presidenta de la Institución Educativa SEK)

Canal del GEF10 en Youtube

3 Comments

José L. Castillo

En la actualidad, uno de los problemas más serios que veo en la educación lo representa el libro de texto, tal y como está concebido. Hasta hace poco era un servicio al profesorado y al alumnado. Hoy está desbordado por la disponibilidad de contenidos y por los nuevos roles que ejercen (o deberían) alumnado y docentes. La preparación de la gente que tiene que vivir en un futuro que no conocemos no pasa, definitivamente, por libros de texto que sólo contienen información, que se usan individualmente, que no promueven la contextualización personalizada del saber, que no permiten mucha creatividad, que no se ajustan con fidelidad a los currículums, sino que los inflan y, en muchos casos, distorsionan hasta el límite de lo admisible.

No digo que las editoriales no tengan campo, no. Seguro que pueden orientar su negocio a la prestación de servicios de acompañamiento y asesoramiento del alumnado. Es posible, incluso, que puedan terminar como entidades certificadoras, rompiendo el actual monopolio que posee el sistema educativo (cosa que más bien no me gusta en teoría, pero mirando el sistema educativo actual…).

Lo que digo es que debe acabar el tiempo en el que todo el alumnado de un aula tenía el mismo libro, en el que los exámenes lo tomaban como referencia y se pedía al alumnado que repitiera sus contenidos, en el que era el profesorado el que decidía cuál era y el alumnado (o las administraciones públicas) pagaba…

Digo que en el campo de juego ya no debería estar el libro de texto si queremos traer eso que Sir Ken Robinson y Gareth Mills cuentan.

Creo…

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ariadna

José, me resulta curioso que cites a Gareth Mills, cuando él afirmó en Madrid exactamente lo contrario. Le preguntaron por el papel del libro de texto frente a las TIC y contestó, muy sabiamente, “no son las TIC o los libros; no es esto o lo otro, sino esto y lo otro. Lo quiero todo”.

Comparto plenamente esa opinión. El libro de texto (y más que el libro, el conjunto de recursos que lleva asociados) tiene poco que ver con la enciclopedia Álvarez. Por ejemplo, si me piden que rescate una de las actividades de aprendizaje de las que esté más orgulloso en todo mi recorrido docente y decido compartirla y presentarla en unas hojas de papel o en un libro de texto, ¿tendrá menos valor que si la pongo en Flash o en PowerPoint? Es verdad que los medios facilitan o dificultan ciertas tareas, pero tengo claro que soporte físico y calidad didáctica no son conceptos biunívocos.

En un contexto tan complejo como el que viene me parece imprudente descalificar un soporte como el libro de texto, a pesar de sus limitaciones. Lo que hay que hacer es sumar, no eliminar recursos. Personalmente veo con preocupación cómo las TIC entran de forma sustitutiva en las aulas, de modo que acaban empobreciendo las posibilidades (es el caso de un colegio de Alicante donde habían desmantelado un buen laboratorio para poner ordenadores) o peor aún, amplificando lo que antes se hacía mal. Si antes se trabajaba mal con el libro de texto y se sustituye por el ordenador, sin más, se amplificarán las ineficiencias, como cuando le pones unos altavoces modernos a un gramófono de aguja. Y si se trabajaba mal en el aula y se sustituye la pizarra por una PDI, sin más, probablemente se reforzará más el enfoque tradicional. (De hecho, en EE UU hay una preocupación creciente entre los pedagogos porque consideran que la llegada de la PDI a las aulas está generando un retroceso en los métodos didácticos).
Creo que para un buen profesor no hay recurso malo, salvo que sea realmente deficiente (por ejemplo, materiales no contrastados con otros colegas que refuerzan preconceptos erróneos, o actividades que, por falta de sensibilidad y de contraste, alimentan estereotipos sexistas o modelos consumistas, a través de su currículo oculto.

En mi modesta experiencia, he aprendido a desconfiar de las soluciones mágicas. He ensayado con TIC desde los 80 y con algunos alumnos me ha ido muy bien y con otros fatal (en general con los más orientados a la nota, que me pedían constantemente volver a los problemas de mesa, para preparar mejor la selectividad). He descubierto que hay alumnos que disfrutan con clases planteadas con un enfoque muy abierto (por cierto, el que me hacía sentirme más cómodo) y que otros se bloqueaban, demandan que todo esté muy ordenado. Con los primeros funcionaba bien cualquier tipo de recurso, incluidas las denostadas demostraciones tipo Hormiguero, pero con los segundos esto me funcionó peor, y con ellos me ha sido muy útil el libro, si no imprescindible.

Es evidente que ni el libro, ni la calculadora, ni el ordenador, ni siquiera la presencia del profesor garantizan que se aprenda a pensar. La clave está, como dice Coll, en la actividad conjunta profesor-alumno, alumno-alumno y contenidos-alumno que se genera en el aula en torno a un rico conjunto de tareas que estimulen, dinamicen y faciliten la atención personalizada y el desarrollo individual. De hecho, he mirado tu blog y lo que describes habla, precisamente, de una rica actividad conjunta. Eso es lo que hay que preservar y alimentar, con todos los recursos que sean necesarios. En resumen, ni el problema ni la solución tienen que ver con un recurso concreto, sino con cómo se plantea esa actividad conjunta. Y la barrera principal no está en los recursos, sean en papel o en digital, sino en la metodología y, sobre todo, en la evaluación, que condiciona todo el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Disculpa por la longitud de mi respuesta.

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José L. Castillo

Hola Ariadna!

Fíjate que no niego valor al libro de texto. Niego valor al libro de texto «tal y como está concebido». Le niego valor si no sufre una transformación. Y no me remito a las herramientas que proponen Gareth Mills y Ken Robinson. Me remito a sus principios. Además, no los traigo como autoridades (renunción al argumento «ad verecundiam») sino como consecuencia de un acuerdo que mantengo con sus posiciones en cuanto a sus principios. Si Gareth Mills dice que el libro de texto, tal y como está concebido, le vale, en ese argumento le niego la sabiduría que le admito en todo lo demás. Si es eso lo que dijo, que todo vale y que todo vale igual. Si colocó al libro de texto en papel de igualdad con el resto de fuentes de información y medios de comunicación.

Por otro lado, ni la hoja de papel ni el flash tienen gran valor genérico si no son editables, adaptables, contextualizables. Porque lo importante no es el contenido sino lo que se haga con él. Pueden tener gran valor específico (para quien los creó y para aquellos para quienes fueron creados; y para todos y todas los que se encuentren en esa situación, en ese contexto). Pero tengo muchas dudas acerca de su valor genérico (para todos y todas en todo momento en toda circunstancia). Cosa que no ocurre si son editables.

Y, por cierto, el papel no es editable. De ahí que lo entienda como un medio secundario, útil sólo si no hay otra opción. A mi entender.

Sumar recursos puede ser un problema grande si cada uno de los recursos consume tiempo. Si leo en el libro de texto y encuentro lo que busco, está bien. Aunque tengo la sospecha de que buscar en Google puede ser mucho más eficiente en muchos más casos. Si el libro de texto se suma como recurso, puede generar un problema. Si está ahí, secundario, disponible para los casos específicos en los que pueda ser útil, me vale. No soy capaz de conectar el calificativo de imprudencia con esta postura. ¿Podrías argumentar más al respecto? Fíjate que no rechazo el libro de texto, sino que lo ubico en otra posición por sus ineficiencias (soporte de papel y tiempo que consume).

Adicionalmente, el libro de texto es lineal, lo cual obliga a adaptar el discurso a esa característica. No es un medio especialmente apto para atender la diversidad, que es algo central en las aulas actuales y futuras.

Tampoco soy capaz de conectar la expresión «soluciones mágicas» con lo que yo digo. No, al menos, a través de los argumentos que ofreces. Si a lo que te refieres es a atender a una diversidad de planteamientos, mi duda es si se hace tanto caso al alumnado que demanda un estilo directivo y cerrado, centrado en la memorización (que creo que es el que describes) como al alumnado que demanda no aprender. Son dos estilos semejantes en cuanto no producen aprendizajes permanentes (sólo que el primero obtiene buenas notas y se esfuerza, aunque con poca eficiencia en función de lo que recuerda el curso siguiente).

Por otro lado… ¿es posible que exista una incoherencia argumentativa al plantear una cierta defensa del libro de texto y a la vez ubicarse en contra de las «soluciones mágicas»? Me explico. La solución mágica sería aquella que se aplica a todos y en todo momento. Que es justo el libro de texto tal y como se está usando.

Vuelvo a sostener lo que indicaba al principio. No me gusta el libro de texto tal y como está concebido y tal y como se está usando. Como recurso no editable, no adaptable, no configurable, lineal, sin posibilidad de uso social, en papel, único para todo un nivel en un mismo centro, decidido por el profesorado y no por quien paga, que es el alumnado.

Eso no significa que una reconcepción del libro de texto me disguste. Creo que si se convierte el libro de texto en un servicio, en vez de en un objeto, mucho de lo que desapruebo desaparecerá. Pero mientras sea un objeto, es un estorbo que consume tiempo y atención, recursos escasos que se pueden dedicar a otras cuestiones.

Creo…

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