La palabra «identidad» se ha vuelto equívoca y puede equivocarnos a todos. Evitar confusiones socialmente peligrosas es una de las obligaciones de la filosofía. Por eso es tan necesaria. Tradicionalmente, «identidad» significaba la afirmación ontológica de la individualidad. La igualdad de una cosa consigo misma. Se expresaba lógicamente por el principio de identidad: A=A. Administrativamente, por el Carnet de identidad. Yo soy yo, y no otro. Pero durante el siglo XX apareció un concepto social de «identidad», que lo relacionaba con la pertenencia a un grupo, y que prevaleció en política. Era contradictorio con el anterior, porque esta nueva identidad significaba identificarme con los demás miembros de una colectividad. Saltaba de lo peculiar a lo común, de lo intrínseco a lo extrínseco. Hay que separar los dos significados, para no caer en el error de considerar que lo más propio mio, lo que me define como persona, es la pertenencia a una nación, una religión, una raza, una cultura. Debemos reservar el concepto de «identidad» para señalar lo comun, mi pertenencia a determinados colectivos – con lo que una persona tiene muchas identidades-, y utilizar el concepto de «personalidad» para designar el proceso de unificación que cada persona hace de sus diferentes identidades. «Yo soy una persona miembro de varios grupos, es decir, un peculiar conjunto de identidades». La personalidad responde a la pregunta ¿quién soy? Las identidades a la pregunta: ¿qué eres?¿a qué colectivos perteneces?

*Reproducimos este artículo publicado en El Mundo (31/01/2010), a petición del autor, por su alto interés educativo

4 Comments

Ana Catalina Godoy

qué interesante diferenciación…. hay un mal hábito que es no conocer el sentido de las palabras «original», y se tiende de alguna manera a mezclar o adulterar algunos conceptos. Un cordial saludo……….

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Ignacio Ayerbe

Cuando reservamos el concepto de “identidad” para señalar la pertenencia a determinados colectivos respondiendo a la pregunta ¿qué eres?, la expresión hace referencia a la percepción que de las manifestaciones de la persona hacen los demás. El valor de las identidades residirá entonces en las reacciones que suscite. Serían, por tanto, carentes de valor en si misma, y temporales.
Por su parte, el término del latín clásico “persona” (mascara o careta que los actores utilizaban en representaciones teatrales) del que procede la palabra “personalidad” ha tenido cuatro acepciones desde sus orígenes: a) lo que uno aparenta ante los demás, la careta o imagen; b) el papel que representa el actor, esto es, el rol que simboliza; c) el actor en si mismo independiente del papel, i.e., el sujeto; y d) la referencia a connotaciones de prestigio y dignidad.
Esta diversidad de acepciones no es preocupante en los intercambios cotidianos donde el significado de las expresiones está marcado por el contexto que concreta su valor significativo.
Es en el ámbito de la ciencia donde el lenguaje debe ser preciso. En el campo de la psicología, la acepción mas empleada de personalidad, hace referencia al actor en si mismo en cuanto poseedor de cualidades propias que lo diferencia, con independencia de las categorizaciones que de él hacen los demás.
En este sentido, dentro de la gran amplitud de definiciones de personalidad que realiza la psicología, podemos identificar varios elementos comunes: a) la personalidad comprende la conducta en cuanto se infiere de ésta; b) sus características son consistentes y duraderas; c) resalta el carácter único; y d) es objetiva, no está determinada, por tanto, por juicio de valor de los demás.
La cuestión ¿quién soy? a la que responde el concepto “personalidad” tiene por objetivo describir de forma fiable y útil a las personas. Hace referencia a sus características como individuo consistente (sujeto) y a su conducta (rol). De ésta se deriva, comprendiéndola, la “identidad” que señala lo común con los demás miembros de una colectividad y la percepción que del individuo hacen los demás (imagen, prestigio).

Ignacio Ayerbe.- Doctor en Psicología
http://ignacioayerbe.aprenderapensar.net/

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JAVIER FERNANDO DAVID

el termino «identidad» no conlleva a mirarnos internamente como somos y como nos presentamos ante los demás hoy por hoy nuestra sociedad nos ha llevado a tener una «mascara» para ocultarnos y no presentarnos como somos como latinos pertenecemos a un cultura rica en valores culturales que se hace necesario explotarlos y presentarlos al mundo entero pero el miedo se nos apodera y no podemos salir de ese encierro como si fueramos habitantes de la caverna de Platón. Debemos romper estas atadurar y notrar nuestra propia identidad y no una identidad » prestada»

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Bely

Si necesito del grupo para ser ¿quién soy? Cuando comienzas en grupo cerrado, lo primero que se trabaja es la identidad.
¿Adónde acabaremos con esto de las identidades comenzadas en Francia? Espero no se cometan errores del pasado.

Habrá que seguir pensando, o aprender a pensar.

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