El caso

La reciente prohibición, por parte del Parlamento catalán, de las corridas de toros en esa comunidad autónoma, ha hecho resurgir el debate sobre la legitimidad de esta actividad, enfrentando a los que priman el espectáculo y la tradición frente al sufrimiento de los animales.

El fondo

Más allá del debate concreto, que incluye elementos ideológicos y otras consideraciones relacionadas con la coyuntura política nacional, el asunto que está de fondo es el de los derechos de los animales: ¿tienen derechos los animales? Y si es así: ¿son los derechos de los animales algo “escrito” en su propia naturaleza (derechos naturales), o por el contrario, son establecidos por una convención acordada entre nosotros los seres humanos? En este último caso, hay que ponderar si es legítimo su sufrimiento por determinados motivos, y si uno de esos motivos es el de “generar placer”, como podríamos suponer que es el fin de cualquier tipo de “arte” o espectáculo.

En primer lugar, los propios sujetos de los derechos reclamados, los animales, no pueden exigirlos por sí mismos, y, privados de autoconciencia, no reconocen su disfrute (aunque eso no resta que constituyan un beneficio para ellos). Su concesión, por tanto, depende de una decisión tomada entre seres humanos en cualquier caso.

Pero hay quien considera esta concesión un reconocimiento ineludible debido a la propia dignidad del animal (derechos naturales), y hay quien la considera una decisión que puede ser tomada o no en función de los principios que se prefieren para una sociedad (derecho por convención).

En este último caso, si tratamos de valorar la conveniencia o no de estas prácticas (tomando en cuenta el sufrimiento de un ser vivo, pero también la pervivencia y la mejora de las condiciones de vida de un grupo humano, entre otras cosas), es necesario ponderar los posibles beneficios o la inevitable necesidad de algunos actos contra la integridad animal, como pueden ser las pruebas clínicas, frente a otras actividades, que pueden considerarse “lúdicas” y por tanto prescindibles en una sociedad humana: si el desarrollo del “arte” (tal y como la tauromaquia es considerada por sus defensores), justifica el dolor inflingido a estos animales, es decir, si es un motivo “suficiente” que compense su sufrimiento.

El debate

Los derechos de los animales, ¿dependen enteramente de nosotros los humanos? ¿Tenemos responsabilidad moral sobre sus vidas? ¿Se pueden valorar como igualmente necesarios los distintos actos de violencia contra los animales que llevamos a cabo?

Para pensar más:

16 Comments

Jose

Yo personalmente creo que no son comparables la tauromaquia y las pruebas clínicas (supongo en referencia a la experimentación con animales). Si bien ambas actividades producen «beneficios» en las personas, las primeras con el disfrute por el arte y las segundas en una mejora en su salud, es un despropósito equiparar dichos «beneficios».

No sé, es como comparar el «beneficio» que le reporta a un señor de 50 años en una plaza de toros ver cómo lidian y matan al toro y el «beneficio» que siente una señora de 50 años que tras sufrir un accidente al entrar en un hospital le inyectan un analgésico que es consecuencia de la experimentación y muerte de animales de laboratorio.

Habrá quien considere que es lo mismo, lo respeto, pero no lo comparto.

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Lidia Lugo Achoy

Creo que a la mayoría de las personas hoy día le preocupan los derechos de los animales, tan es así que el vocablo de Bioética define nuestras posturas.
Sin embargo, también me aflige: ¿qué vamos a hacer con la tradición? Nuestros niños y jóvenes ven pinturas de los grandes maestros sobre las corridas de toros; escuchan canciones antiguas de historias de niños que en épocas pasadas soñaban con ser toreros; leen a grandes figuras de la literatura ponderar las corridas como un arte, haciendo poesías y cuentos sobre el tema.¿Cómo podemos compaginar y reconciliar dos posiciones que aparentemente son irreconciliables?
Además, no puedo evitar preguntarme si prohibiciones,¿son tambien una imposición? ¿Es necesario vedar y legislar, cuando no puedo convencer?
Las personas que se dedican a la crianza,¿qué va a ser de ellas?, ¿y la especie de toros?, ¿se va a extinguir?
¿La expresión de los grandes maestros del arte y la literatura, (cuestionada por las nuevas generaciones)no va a ser minimizada o vilipendiada?
Si nuestros niños y jóvenes tienden a los extremos, ¿no estaremos polarizándolos más?
Pero sobre todo: ¿Qué no tenemos capacidad de conciliar la historia, la tradición con lo que será la historia que actualmente escribimos?
Estas son mis preguntas. Gracias.

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Jose

¿Qué vamos a hacer con la tradición?

Ésta es una buena pregunta sin duda, pero yo me cuestiono qué hay ya de la extinta tradición en la cual las mujeres no podían acceder a la universidad de igual forma que lo hacían los hombres. También era una tradición. He aquí una buena reflexión sobre el tema publicada por el país. http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Cien/anos/mujeres/universidad/elpepusoc/20100308elpepusoc_2/Tes

Lo que trato de poner de manifiesto es que por el mero hecho que una actividad lleve realizándose un determinado tiempo esto no equivale a que se deba mantener. Sería absurdo e incluso de mal gusto poner ejemplos al respecto sobre las tradiciones que han mantenido algunas sociedades. Y con el debido respeto, nuestros jóvenes y niños ven pinturas y escuchan canciones sobre otros episodios de la historia que sería también una barbarie que los vieran in situ o de primera mano. Mi opinión es que partidarios y detractores están tan polarizados que nunca podrán llegar a un punto de cohesión porque además en este tema hay connotaciones políticas por parte de los detractores en contra de la fiesta nacinal y una total intransigencia por parte de los partidarios de las corridas al no entender que podría haber incluso lidia del animal sin llegar a matarlo.

¿Es necesario vedar y legislar, cuando no puedo convencer? Sí. Un ejemplo de ello son los violadores, asesinos, ladrones y demás gentuza que hay en todas las sociedades a las que no se le puede convencer de lo erróneo de sus actos. No trato de equiparar ambas actividades, trato de resaltar el hecho de que las gentes nos relacionamos a través de unas leyes, cuando, y he aquí lo importante, no nos ponemos de acuerdo sobre un particular.

¿Las personas que se dedican a la crianza son suficiente motivo para que sigamos matando toros? Debed haber ayudas al sector, sin duda, pero ellas no creo que sean motivo suficiente como para que la «tradición» se mantenga. Los toros por su parte estarán sujetos a la misma normativa que tienen los demás animales.

¿La expresión de los grandes maestros del arte y la literatura, (cuestionada por las nuevas generaciones) va a ser minimizada o vilipendiada? —-> ¿A eso le llamas tú arte y literatura? ¿A defender los derechos de los animales le llamas vilipendiar? Para mi el arte es «otra cosa» distinta a lo que se ve en una plaza de toros.

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Jose

Y, o debes repasar en el DRAE el verbo vilipendiar o estás muy desinformada con respecto al tema.

… si defender la vida es un extremo.

En cuanto a conciliar la historia y la tradición pienso que es mejor una sociedad en continua evolución.

Éstas son mis respuestas.

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Lidia Josefina Lugo Achoy

Gracias por responder a mis preguntas. Son mis dudas, y si las expresé es porque las mujeres ya vamos a la escuela, lo cual no fue una concesión, ganamos ese derecho.
También porque confié en que si es un lugar para pensar, habría alguien que me respondería para definir.
Sin DIÁLOGO, no hay acuerdos. Tus argumentos convencen, pero tu actitud desafiante, NO.
El regaño está de más. Era innecesario.Pero si ésa es la forma que conoces de hablar supongo que ser extremista en favor de defender lo correcto, lo bueno, la sociedad evolucionada; para muchos… no es violencia.
Exhibir mi «ignorancia» debe ser muy satisfactorio para ti. De verdad me ayudaste, especialmente a no polarizarme.
Que estés bien. Saludos.

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Jose

Veo que no terminas de entender mi mensaje, y con esta frase, no intento menoscabar ni pongo en entredicho tu capacidad de comprensión. El ejemplo de la universidad y la mujer refleja que una tradición per se no implica que ésta sea buena ni deba mantenerse, rebatiendo así tu argumento de, ¿qué hacemos con la tradición?

Coincido en que sin diálogo no hay acuerdos, es más, en mi anterior mensaje así lo expuse. Son tan tercas ambas partes que no admitirían un punto intermedio de encuentro como sería la posible lidia sin matar al toro. Unos, porque tratan de diferenciarse de todo lo que representa España y los otros porque no conciben las corridas si no es con la muerte del animal.

Lamento que hayas interpretado mis palabras como un regaño o que con ellas traté de exhibir tu ignorancia, ya que no fueron ésas mis intenciones. Pero, decir que las personas que defienden a los animales están vilipendiando a los grandes maestros del arte y la literatura solo puede deberse por cierta desinformación del tema o a un posible error en el uso del verbo vilipendiar. No quise llamarte ignorante.

De las cosas que me producen satisfacción no está precisamente escribir comentarios en un blog rebatiendo o siendo rebatido por otros usuarios. Lamento que veas en mi postura una polarización extrema.

Te deseo también todo lo mejor.
Saludos.

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SoldePoniente

Comprendo la emoción en las almas caritativas y bienintencionadas, comprendo el dolor de las personas sensibles y piadosas, atributos todos ellos característicos de gentes bondadosas y magnánimas de moralidad superior. Pero no puedo comprender el de los animales porque al hacerlo estoy, simplemente, proyectando la imagen de un niño lloroso, de una mujer golpeada o de un hombre degollado. Unos seres que soy yo.
La antropologización de la naturaleza (y también de los conceptos, que llega, por ejemplo a dar “personalidad” a un territorio) me parece uno de los signos más significativos de la derrota de la Ilustración, un fracaso triste y sin paliativos. Sus derivaciones “sentimentales” las vemos constantemente: trasferimos derechos a las cosas y al apropiarnos de o identificarnos con ellas excluimos de los primeros a los demás. El resultado es que soy mejor que otros (yo una persona civilizada y compasiva, tu un bárbaro insensible), tengo más derechos (mi opinión vale más porque soy mejor persona porque tengo mejores valores). Me parece un burdo subterfugio “benevolente” para apropiarnos de “valor” (que se puede traducir en bienes bien prosaicos).
Creo que la adjudicación de derechos (de los derechos del hombre a los derechos de los animales o de las cosas) es una de las claras imposturas de nuestro tiempo, que conduce a la banalización (por equiparación y extensión) de esos valores que pretende defender.
Lo que nos muestra Savater es que no hay derechos sin deberes (aunque el sentido “buenista” se olvida a menudo de ello) y que estos no son exigibles ni en el mundo (la realidad) de la naturaleza, dominado por el instinto (y por lo tanto sin libertad ni responsabilidad, ni moral ni jurídica), ni en el de las cosas, siempre impasible. Y es que la naturaleza es (y será) insensible al sufrimiento humano, a nuestras tragedias individuales o colectivas. Dramas y desdichas reales, sin cuento ni literatura. Por eso estas tiernas almas se entristecen tanto como comprenden la muerte agónica de una frágil e indefensa gacela a manos de una cruel leona. Es allí (desde ese punto de vista) desde donde debe ser comprendida la muerte del toro (desde el “toro” que se dice defender).
Para mi siempre será un enigma humano e intelectual como podrán vivir estas almas sensibles sabiendo las torturas que cada día se comenten impunemente, y a menudo ante nuestros ojos, sobre… seres humanos como usted y como yo.

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Jose

En primer lugar, desconozco si SoldePoniente con su comentario trata de rebatir mi postura al defender la prohibición de las corridas de toros, pues, estamos generando cierto debate debajo de unas líneas que han sido escritas por otra persona, por lo que no sé si trata de replicarme a mí o si por el contrario lo hace al autor de la entrada Pensar en contexto. Los derechos de los animales.

De ser a mí, le contesto.

En toda contienda intelectual es muy sano centrase en, o no alejarse en exceso del eje central de dicha contienda, pues de otro modo el cruce de comentarios se puede llegar a eternizar. Son infinitas las derivaciones que un tema puede proponer y entrar a valorarlas todas sería diluir el debate sin poder llegar a un punto de unión o cohesión. Así, la primera parte de su comentario en la que infiere que las personas que estamos en contra de las corridas de toros somos caritativas, piadosas, de moralidad superior junto con otra serie de cualidades y, por ende, todas aquéllas que están en favor de las mismas son insensibles, es una cuestión que no rebatiré de forma pormenorizada. Respeto su opinión pero no la comparto. Tan solo apuntar que para determinar por ejemplo la sensibilidad de una persona no es suficiente con saber si defiende o no las corridas de toros. Para la bondad o para ser mejor o peor persona, … ya ni le cuento. Por otra parte, al considerar la defensa de los toros como un fracaso de la Ilustración, según mi humilde opinión y por lo que yo he leído sobre la misma, se están mezclando dos cuestiones que solo «conectan» en unos pocos detalles y que éstos lejos de rebatirse se afianzan los unos con los otros. Pero, repito, respeto su postura. Por último, si considera que al otorgarle derechos a los animales se está banalizando la cuestión, yo considero que al dotarles de derechos la estamos dimensionando en su justa medida.

Ahora, ¿sí o no a las corridas? Cita usted a Savater, al cual yo lejos de considerar una referencia válida en este debate, pienso que por sus declaraciones vertidas se incapacita a sí mismo para opinar. Me explico. Este señor a raíz de la prohibición de las corridas de toros en Cataluña llegó a comparar la misma con la Inquisición. Aquí tiene el enlace por si no se lo cree, yo al menos cuando lo leí no daba crédito. http://www.abc.es/20100805/cultura-toros/savater-201008051339.html

Para cualquier persona sensata dicha propuesta está fuera de toda posible consideración y la misma se cae por sí sola. Pormenorizar esta cuestión sería un ejercicio grotesco. Y mire, la muerte de una gacela a manos de una leona no tiene nada que ver con la muerte de un toro en una plaza. Respeto su opinión por el mero ejercicio de respeto que exige un debate pero, sin ánimo de desacreditarte de forma personal, el ejemplo de la leona y la gacela me parece una auténtica sandez. La leona lo hace para comer. ¿O acaso van las gentes hambrientas a la plaza a correr tras el toro para comérselo? Usted, que por el bello léxico que utiliza y que parece ser una persona culta ¿no se da cuenta del absurdo que supone defender las corridas con argumentos como son el arte, la libertad o el instinto de la naturaleza en lo que a supervivencia se refiere? ¿No se da cuenta que lo ÚNICO que realmente sostiene la defensa de la lidia y muerte de los toros es el goce y disfrute de sus partidarios? ¿No es capaz usted de razonar que dicha actividad es indefendible con argumentos sólidos?

Por supuesto que también estoy en contra de los abusos que se comenten de forma impune contra los seres humanos.

Saramago en un libro dijo, si puedes mirar, ve, si puedes ver, repara. Rectifique, rectifique usted que parece que sí puede hacerlo.

Un saludo.

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Lidia Lugo Achoy

Estimados amigos de Aprender a Pensar:
He llegado a la conclusión que finalmente es muy gratificante para mí que expresar estas dudas haya despertado en algunas personas el deseo de contestarlas.
Realmente me han hecho reflexionar, y creo que por fin puedo definir y tener argumentos para declarar mejor una postura. Y es la que siempre ha sido: No puedo estar de acuerdo con las corridas de toros, porque ya presencié una.
Sin embargo, en una parte de mí, existe (como tal vez en alguna persona por allí) una admiración por las expresiones artísticas que despertó en algunos de los grandes creativos la tauromaquia. Y esa emoción artística es la que puede confundir mis humildes preocupaciones con posturas de aprobación. Simplemente estaba inquieta en ¿cómo se lo iba a explicar a mis alumnos?, y que no fuera una simplificación, la innegable y siempre usada: SITUACIÓN O CIRCUNSTANCIA HISTÓRICA; es una respuesta que ellos perciben pequeña, y después minimizan el resto de las obras hechas por los artistas.
Quería encontrar más razones que no los llevaran a un juicio tan rápido e irreflexivo.
Pido disculpas si no pude expresar mejor estas introspecciones, creo que la irreflexiva fui yo, al no tener la delicadeza de contextualizar mejor mis pensamientos. Pero como ven, realmente nos hacemos pensar.
Gracias de nuevo. Ojalá haya sido un poco más específica y por favor, sigan ayudándome, que no siempre es fácil animarse a decir tus cavilaciones. Qué estén bien. Saludos.

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alambique

Ayer domingo, por la mañana, estuve con un par de cientos de personas ante las Ventas –un número insignificante, habida cuenta del empeño de los convocantes, http://www.equanimal.org/- arropando una pancarta que decía: LA TORTURA NO ES CULTURA. Desde luego que no; no solo no es cultura sino que conecta con lo más sórdido de las tradiciones humanas, la que disfruta con la crueldad y el maltrato de criaturas inocentes.

Hay quien defiende el anacronismo de las corridas de toros por una mala interpretación de la tradición. Si nos amparáramos en costumbres del pasado, estaría justificado el racismo (los negros no tenían alma), la violencia contra la mujer (se las suponía de inferior dignidad a la del hombre) o la ablación del clítoris, por citar tres aberraciones que aparecen indelebles en el expediente negro de la humanidad.

La crueldad contra los animales también forma parte de esa historia negra, de la que deberíamos avergonzarnos. Ante esa crueldad innecesaria no cabe ampararse en la tradición, sino recurrir a los criterios de la compasión y los valores universales. ¿Quiere esto decir que renunciemos a servirnos de los animales? No pido tanto, pero sí que tratemos con compasión a esos seres que vamos a sacrificar en nuestro beneficio. Los necesitamos como alimento, como cobayas insustituibles de determinadas investigaciones… Los seres humanos tenemos una impagable deuda de gratitud con los animales, que como mínimo nos exige vigilar que su sufrimiento sea el menor posible.

La tortura ni es cultura ni tampoco puede disfrazarse de arte. Simplemente es incompatible con una sociedad moderna. No solo merecen rechazo las corridas (especialmente graves por torturar hasta la muerte a mamíferos que sienten el dolor como nosotros) sino cualquier tipo de encarnizamiento gratuito contra los animales. Entra aquí el espeluznante caso de una instalación en Habana Espacio Libre de Cáceres ( http://www.hoy.es/20100913/local/caceres/grillos-agonizan-arte-201009132202.html) donde el artista de turno decidió clavar a un millar de grillos en un panel para mostrar su agonía.

Una visitante pidió que se detuviera esa crueldad absurda, y ante la impotencia acomplejada de los organizadores, que no querían ser tachados de censores, decidió rociar a los grillos con insecticida para que dejaran de sufrir. Para el artista, «esa mujer actuó como un talibán, cercenando las libertades creativas y culturales”, pero yo creo que esas supuestas libertades creativas tienen un límite: el del sufrimiento gratuito, la crueldad absurda e innecesaria a un ser vivo.

En resumen, respeto a la libertad de expresión, sí, pero dentro del marco de los valores universales. Ante una exhibición de violencia y sadismo no hay sitio para el arte.

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Inés García

Aprovecho este foro para contactar a Lidia Lugo Achoy, ya que sus preguntas y sus argumentos al tema me parecieron interesantes y no encontré una respuesta satisfactoria entre los otros usuarios. Espero ponerme en contacto pronto.

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Lidia Lugo

Hola Inés, hace algún tiempo leí tu comentario y te lo agradezco. Sigo pensando que desde el punto de vista bioético desapruebo la fiesta taurina. El problema es que por más que pienso, no admito que rayemos en la intolerancia al querer anular de raíz cualquier expresión artística que tomó su inspiración de este espectáculo (si éste quieren prohibirlo, bien por mí, yo no soy fanática de él).
Y aunque para algunas personas pueda parecer que soy ignorante o superflua, no puedo evita pensar que las antiguas civilizaciones eran salvajes, y también pintaron y escribieron sendos textos líricos inspirados en espectáculos tan despreciables, salvajes e incivilizados como por ejemplo, los que se presentaban el coliseo romano, pero supongo que como no perduró mas que la construcción hasta el siglo XXI, pues esas expresiones artísticas sí tienen validez, son hermosas, pertinentes, acordes, contextualizadas, etc.
Así que con los artistas del siglo XX que disfrutaron la fiesta brava ¿qué hago? ¿Hay alguien que pueda y tenga voluntad de ayudarme? Porque sigo en el limbo. Nuevamente gracias, ojalá que mi comentario no vuelva a ser interpretado como que apruebo el espectáculo taurino.

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María Reboledo

No se trata de igualar los derechos de los animales al de las personas sino de proteger los sentimientos de éstas respecto de los animales. Desde el placer que sentían los romanos de ver luchas de gladiadores hemos ido evolucionando como civilización, lo que se ha reflejado en el derecho. Hoy en día hay un número creciente de seres humanos que mas que disfrutar del arte expuesto por el torero, perciben el sufrimiento al que se somete a los animales. Yo siento profundo desagrado por estos espectáculos.

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Inés García

Muchas gracias por su respuesta, Lidia. Sé que esto suena un poco extraño, pero creo que fui su alumna en la preparatoria. No sé si me recuerda.

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thegraymatters

Hola a todos, me gustaría hacer un comentario sobre la primera pregunta que se plantea en «El fondo». Entiendo que el tema de la tauromaquia despierta más pasiones, pero quizás por eso mismo, nos cuesta a todos opinar objetivamente sobre él.
Creo que la pregunta de si tienen derechos los animales es muy interesante, sobretodo porque genera muchas más preguntas:
¿qué derechos?
¿derechos acompañados de obligaciones?
¿qué animales?
Es difícil contestar a estas preguntas porque no tienen límites bien definidos, y porque los miembros de una sociedad responden a ella de formas muy distintas, dependiendo del animal muchas veces. Entonces, ¿deberíamos dar derechos a los animales según el grado de simpatía que nos causen? ¿o deberíamos establecer un criterio basado en la inteligencia de estos? ¿y dónde pondríamos el límite?

En fin, creo que este debate es el que hay que solucionar, más allá de tradiciones o cultura. Y es que nadie aceptaría que al entrar en un pueblo se le expropiase el coche porque es tradición en dicho pueblo robar un coche todos los primeros de marzo. Así que decidamos cómo queremos tratar a nuestros animales y ya veremos si la tauromaquia cuadra con estos requisitos.

thegraymatters

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PabloCR

Me parece una barbarie lo que les hacen a esos pobres animales. No entiendo porque lo hacen, porque que yo sepa ellos no les hicieron nada. Los toros es la mayor barbarie no solo estresan al toro riendose y burlándose de el, que por si fuera poco después lo matan y le cortan las orejas como si fuera un premio.
Es todo lo que tengoque decir.

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