Estamos acostumbrados a soportar un ruido medioambiental tan alto que hemos perdido la capacidad de permanecer en silencio, de escuchar, de discriminar e identificar sonidos.
Existen ejercicios que permiten fomentar en los niños el desarrollo de la percepción auditiva, como por ejemplo:
1 – Pedir que se sienten, cierren los ojos, permanezcan en silencio durante un minuto, pero estén atentos para luego porder describar todos los sonidos que se han identificado a lo largo de ese aparente silencio. Esta práctica, al principio, puede poner nerviosos a los niños, acostumbrados al bullicio. Sin embargo, si se convierte en hábito, ayuda a que se relajen, y les descubre todos los sonidos que suelen pasar desapercibidos en su entorno cotidiano.
2 – Poner una pieza de música y pedir a los niños que la escuchen con atención y traten de identificar los distintos instrumentos con los que se interpreta. Es importante elegir primero una pieza sencilla en la que sea fácil distinguir los diferentes instrumentos e ir seleccionando otras más complicadas, si se realiza este tipo de ejercicio más veces.
3 – Pedir que se sienten en un gran círculo, decir una palabra relacionada con un tema concreto y, siguiendo el orden del propio círculo, decir a cada niño que repita las palabras que se han dicho hasta el momento y añada una nueva, siempre relacionada con ese mismo tema. Si este ejercicio se acompaña de palmadas rítmicas, resultará más fácil.
4 – Narrar un cuento en voz alta y, en determinados momentos, pedir a un niño que añada algún sonido a la narración que se pueda asociar con lo que se está contando. Los demás pueden darle ideas o ayudar a mejorar la que él ha tenido. Finalmente, se repetirá el cuento, y todos los niños añadirán a lo largo del mismo los sonidos que han inventado juntos.
5 – Recitar poemas con rima en voz alta. Hacer hincapié en la musicalidad de los versos les ayudará a recordar mucho mejor las palabras.
6 – Cantar canciones que contengan enumeraciones. Si se acompañan de palmadas, será más divertido.
7 – Proponer que, por parejas, se cuenten una anécdota. Cada miembro de la pareja deberá explicar al grupo lo que le ha contado su compañero.
Este tipo de ejercicios acostumbra a los niños a practicar una escucha atenta en un ambiente lúdico. Haciendo pequeños guiños que recuerden esos juegos que se han practicado antes, se puede conseguir que, poco a poco, se acostumbren también a prestar esa misma atención en ambientes de trabajo que requieren concentración.