Con el nuevo año, la mayoría de nosotros se hace una larga lista de buenos propósitos a cumplir. La mayoría de ellos, también, por inconcretos, ambiciosos o mal planteados, se queda en el tintero.
Te proponemos una actividad para trabajar con tus alumnos la habilidad de convertir los buenos propósitos en hechos.
Con esta actividad podremos…
- Promover la capacidad de reflexión de los estudiantes sobre sus propios hábitos
- Estimular la búsqueda de objetivos y metas, y la capacidad de poner en práctica los medios necesarios para alcanzarlos
- Desarrollar la capacidad de organización y planificación de los estudiantes
Desarrollo de la actividad
Introducción
Casi todos tus alumnos han hecho ya una lista mental de propósitos para el nuevo año. Aun así, plantéalo en clase: ¿Qué quieren cambiar de sí mismos en este 2011? ¿Qué hábitos quieren abandonar? ¿Cuáles quieren adquirir? ¿A qué cosas o personas van a prestar más atención de lo que acostumbran?
Podemos llevar a cabo la actividad con distintas temáticas, es decir, acotando el campo de los propósitos a un determinado ámbito: la educación ambiental, las relaciones personales y familiares, los hábitos de estudio, etc. Os proponemos dos modelos diferentes que pueden aplicarse a diferentes materias.
Funcionamiento
La mejor manera de llevar a cabo esta actividad es a través del blog, haciendo colaboradores a nuestros alumnos: los invitaremos previamente y les asignaremos ese rol (sus entradas solo serán publicadas tras nuestra supervisión y aprobación). También es posible hacerla, claro está, con los medios tradicionales: los alumnos pueden escribir sobre papel o soporte digital, entregar su trabajo en un día determinado, y que sea el propio profesor el que seleccione las entradas a publicar.
Cada alumno escribirá un único propósito que será publicado como una entrada del blog. Ahora bien, no será tan fácil. Dependiendo de cada tipo de actividad, tendrá que buscar información, especificar sus motivos y las medidas que adoptará para conseguir su meta. Ahí van algunos ejemplos:
Educación ambiental
Podemos aprovechar la actividad para fomentar hábitos más ecológicos. Reducir el consumo de agua, electricidad, gasolina o plástico, comprar de un modo más consciente, saber más sobre los residuos, etc. Para esta modalidad, será necesaria una fase de documentación previa. Por ejemplo, si el propósito es consumir menos agua, se podría…
– Averiguar cuánta agua se ha consumido en nuestra casa el pasado año
– Conocer qué cantidades de agua se consumen habitualmente en las actividades más cotidianas
– Establecer cuáles es posible reducir, y sus alternativas en caso de que las haya
– …
El resultado, por tanto podría ser este:
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Buenos hábitos
Podemos proponer a nuestros alumnos que se fijen objetivos relativos a mejorar algún aspecto de su vida: sus relaciones personales, sus hábitos alimenticios, sus “técnicas” de estudio, etc. Este desarrollo de la actividad es muy amplio y dependerá de la materia que impartamos, el tiempo que tengamos y el enfoque que queramos darle (lúdico o académico, expositivo o literario, etc.). En algunos de los casos, podemos combinar este modelo con el anterior, y añadir la fase previa de recopilación de información (por ejemplo, en cuanto a salud alimentaria o ejercicio físico).
Los objetivos de este tipo, para resultar efectivos, tienen que superar la conocida regla MARTE. Han de ser:
– Medibles, es decir, que sea posible medir su progreso (por ejemplo, “adelgazar X kilos” más que “comer menos”)
– Alcanzables, que sea posible llegar a cumplirlos
– Retadores y motivadores, que se sostengan por un motivo claro para nosotros
– Temporales, que tengan un plazo de cumplimiento (al menos, que lleguen a cumplirse en 2011 😉
– Específicos y concretos, acciones concretas, y no vagas idealizaciones (por ejemplo, “pasar más tiempo con mis abuelos” más que “ser mejor persona)
Debe especificarse, por tanto, el cumplimiento de estos parámetros el objetivo que se persigue. Por ejemplo:
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Discusión
Una vez tengamos los artículos colgados en el blog, los alumnos pueden comentar cada una de ellos, para lo que sería útil haber explicitado previamente un código de buenas prácticas, una netiqueta expresamente creada para la ocasión y que puede generarse colaborativamente, donde se incluyan algunas normas básicas, como pueden ser: el respeto por los compañeros, no desvelar confidencias, la corrección gramatical y ortográfica, etc.
Además podemos publicar una entrada o una página explicando el trabajo que se ha realizado, o pidiendo la valoración de la experiencia por los propios alumnos.
RECURSOS: