Para celebrar el Día de Internet, os traemos esta entrada de Common Sense Media sobre las reglas de oro de la netiqueta.
Cada vez que hablamos de menores e Internet, pensamos en seguridad, privacidad, responsabilidad. Pero quizá también debamos tener en cuenta un componente básico para la convivencia on-line: los buenos modales. Igual que les enseñamos a dar las gracias o a no hablar con la boca llena, podemos transmitirles ciertas normas de cortesía fundamentales para ser “bien educados” en su vida digital.
Muchos niños y adolescentes, pero también adultos, se manejan en Internet como si fuera una tierra de nadie donde todo vale. Esa sensación de libertad (y también, por qué no, de impunidad) favorece ciertas actitudes agresivas y desconsideradas que muchas veces encontramos en los foros de opinión. En Internet enfrentamos a diario actitudes groseras o invasivas que no toleraríamos en la vida “real”, y esta normalidad crea un entorno que no es el mejor para nadie, y menos para los niños y jóvenes. Es nuestra responsabilidad enseñarles a ser respetuosos y considerados en la web tal y como hacemos (o deberíamos hacer) en el día a día de nuestra vida con ellos. Quizá así, poco a poco, convirtamos esas actitudes agresivas o denigrantes en algo anecdótico.
He aquí algunas reglas del civismo digital.
7 reglas para la netiqueta
El contexto lo es todo. Elegir un nickname que consista en una broma privada, un insulto o algo ridículo puede valer para comunidades privadas donde se conozcan todos los miembros en un nivel de relación cercano. Pero para los nicknames que puedan servir para comunicaciones más formales (dirección de email, comentarios en un blog, cualquier cosa que pueda tener que ver con el colegio o el trabajo) conviene elegir nombres más “respetables”, es decir, nombres de usuario (nunca el real) que puedan decirse delante de cualquier persona sin sonrojarse.
Revisa antes de “Enviar”. ¿Algo de lo que has escrito puede ser malinterpretado? ¿Hace falta un intérprete que añada vocales e identifique emoticonos? ¿Resulta agresivo? Aunque siempre hay que tener en cuenta el contexto, quizá sea mejor no enviarlo.
Juego limpio. Los chats, los mensajes de texto o las actualizaciones de estado son todas formas de comunicación instantánea. Pero si el nivel de agresividad crece en una conversación, desconecta. Nada bueno saldrá de enviar un mensaje desagradable. Siempre podrás escribir una respuesta que te deje tranquilo… sin llegar a enviarla.
Nuestro amigo el diccionario. La ortografía está en horas bajas, y no es culpa de Internet. Pero la inmediatez y velocidad de las comunicaciones no favorecen el cuidado de la lengua. De nuevo, el contexto es la clave: un mensaje de chat puede contener abreviaturas, carecer de tildes y cosas sin duda mucho peores, pero si se trata de un comentario público o un mensaje a un profesor hay que cuidarlo mucho. Actualmente, casi todo el mundo sabe que escribir todo en mayúsculas SIGNIFICA QUE ESTÁS GRITANDO, pero recuérdaselo. Los emoticonos también pueden ayudar a modular la intención del mensaje, pero abusar de ellos conduce al agotamiento del lector.
Guarda los secretos. Hoy por hoy, las fotos, textos, y vídeos pueden ser publicados, copiados, reenviados y Photoshopeados en un abrir y cerrar de ojos. Si piensas que algo puede suponer un problema para alguien o comprometer su privacidad, guárdatelo para ti, o incluso bórralo.
No te escondas. Los nombres de usuario que los niños utilicen on-line deben ser seguros y estar alejados de sus datos reales. Pero hazles conscientes de que no pueden utilizar el anonimato para comportarse de cualquier manera, y que aportan mucho más a la comunidad on-line si contribuyen positivamente.
Recuerda la regla de oro. No digas nada on-line que no dirías en persona. Enséñales que si hay algo negativo que haya que decir, discutirlo cara a cara es la mejor manera de resolverlo.
Más información:
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