Hola a todos y a todas. ¿Os apetece que, de vez en cuando, nos encontremos y reflexionemos juntos respecto a temas educativos?
¡Hay mucho por hacer! Sin embargo, es gratificante ver que cientos, seguramente miles, de profesionales ya están subidos al tren. Un tren cuyas paradas son la innovación, la mejora, las nuevas formas de enseñar para fomentar las nuevas formas de aprender. Para fomentar el desarrollo de personas con competencias reales en el mundo real. Ha finalizado el ciclo de una escuela proveedora de conceptos y ha comenzado la necesidad de saber cómo gestionarlos y utilizarlos para resolver los problemas de la vida.
Todo un reto que requiere de nuestra implicación y motivación.
Todo cambio cuesta. A veces, requiere de una transformación en nuestros paradigmas y, esto, a todo ser humano le supone sensaciones contrarias, unas de atracción y o
tras de huida. La costumbre, la inercia, la seguridad en lo conocido, e incluso el “siempre se ha hecho así” tienen un peso que a veces se transforma en una losa. Sin un poco de riesgo no hay innovación, cambio ni mejora. Como dice Eugenio Ibarzabal, “merece la pena, pero hay pena”. Esta pena se transforma habitualmente en trabajo y, en ocasiones, en sentirse perdido en el camino. No es nada nuevo; sabemos que el aprendizaje consiste en derribar andamios anteriores para construir otros nuevos, más sólidos. En ese proceso es donde podemos sentirnos víctimas de la ansiedad que produce lo nuevo, lo desconocido.
En tal caso, que por otra parte es inevitable, recuerda que nadie está solo. Tu propio equipo, así como otras personas estamos contigo. Acepta el reto; recuerda… “merece la pena”.
Comienza o continúa tu camino de mejora personal y profesional. No olvides proveerte de un saco de cariño. Cariño para derrochar con tus alumnos; cariño para demostrarles que estás cerca, que confías en ellos y que pueden contar contigo. Cariño hacia sus familias, que a veces acuden a ti, profesor, con una impotencia y angustia que les duele tan adentro, que les hace descargar contigo; compréndeles desde tu profesionalidad. Cariño para tus colegas; porque la educación o es trabajo de equipo o no es. Cariño para tu profesión, porque todos los niños y las niñas de un país pasan por nuestras manos y eso convierte a la docencia en la profesión más importante del mundo.
Creo que ya estamos preparados para iniciar esta aventura de aprender y enseñar. Lo haremos husmeando en el mundo del pensamiento, de las inteligencias múltiples, de los hábitos mentales, de las competencias y de muchos otros recursos didácticos y metodológicos que, por fortuna, están a nuestro alcance.