«El Congreso acuerda que la Filosofía sea obligatoria en la ESO y Bachillerato», es el titular de la noticia publicada por ABC. Algo distinto es el titular de eldiario.es: «El Congreso pide por unanimidad que la Filosofía sea de nuevo obligatoria en Bachillerato». Es una buena noticia, pero al leer la noticia se da uno cuenta de que es algo más complicado.
Para empezar, se ha acordado que se intentará. Es una declaración de intenciones, y del dicho al hecho suele haber un largo trecho, más en este tipo de contexto: unas Cortes muy divididas. Por otra parte, más claro está lo de la Historia de la Filosofía en 2.º de Bachillerato, que ya es obligatoria en la mayoría de las CC.AA. Ahora bien, no hay ningún compromiso concreto y no pasa de una declaración de intenciones. Nada dice sobre las asignaturas que van a perder peso para dar entrada a la Historia de la Filosofía en algunos itinerarios de Bachillerato. Supongo que se podrá seguir el ejemplo de las Comunidades Autónomas que ya la tienen.
En la otra asignatura, la de Ética en 4.º de ESO, topamos en un problema serio: ahora es alternativa a la Religión, lo que abre otro frente de debate más complicado: ¿se puede sostener que la asignatura de Religión confesional es alternativa a la asignatura de Ética? ¿Debe la asignatura de Ética ser obligatoria para todo el alumnado, al margen de una posible asignatura de Religión confesional? No es el momento de hablar de este tema aunque posiblemente merezca la pena abordarlo.
Volviendo a la noticia, conviene hacer algunas observaciones. Como toda asignatura, incluidas algunas clásicas que se mantienen siempre, la de Filosofía tiene una historia en la que los objetivos educativos son solo un parte del problema. Influyen también conflictos sociales, intereses concretos de colectivos de profesores…. Iwor F. Goodson, un clásico en el tema, habló de la construcción social del currículo.
En el caso de la Historia de la Filosofía, podemos recordar: en la dictadura de Franco fue un asignatura importante del último curso de Bachillerato, el Preuniveristario y luego el COU.
Con la LOGSE, en 1992, se llegó a la situación actual: solo se cursaba en un itinerario, aunque entonces no entraba en la PAU; para los asesores del Ministerio, inspirados por Comte, la filosofía pertenecía a una etapa metafísica y medieval que debía ser superada en la etapa científica del desarrollo de la humanidad.
El gobierno de Aznar volvió a introducir la asignatura, pues educación la controlaban los democratacristianos y la Iglesia Católica siempre ha mantenido la importancia de lafilosofía. El mismo Papa Juan Pablo II lo dejó claro en la encíclica Fides et Ratio. El gobierno de Zapatero no entró en ese tema y vinieron los neoliberales que tomaron el mando de educación y para ellos, como casi todo el mundo sabe, sobre todo Martha Nussbaum, la Filosofía no aporta gran cosa a la generación de riqueza, en especial, a los beneficios económicos. Mejor quitarla del currículo e insistir en que hay que fomentar el espíritu de emprendedores, las competencias propias de los empresarios que crean empresas. Los grupos de presión a favor de la Filosofía han considerado siempre que estaba en juego la formación del pensamiento crítico del alumnado: estaba en juego la democracia.
Son temas serios, aunque no viene mal una cierta dosis de humor como la que ofrecía otro periódico, El Mundo Today. Personalmente, no tengo muy claro que la asignatura en sí misma tenga poderes para inculcar el espíritu crítico del alumnado, pues ha habido filósofos de todos los tipos, algunos muy poco demócratas. Pienso más bien que, sobre todo, depende de la forma de impartirla. Lo que sí tengo claro es que mejora la inteligencia general, esto es, el pensamiento abstracto y la capacidad de resolver problemas, y también parece que, siguiendo lo que dice este último periódico, fomenta una cierta inestabilidad emocional.
¡Qué menos se va a esperar de quienes dedican mucha atención a preguntarse si el mundo, y uno mismo, tienen sentido!
Félix García Moriyón es profesor honorario del Departamento de Didácticas Específicas de la UAM y Coordinador del grupo de formación e investigación en la resolución de problemas morales Niaia.