El Instituto de Tecnologías Educativas (ITE) ha elaborado un estudio sobre el tratamiento de la información y la competencia digital.
La incorporación de las nuevas tecnologías en nuestra vida cotidiana es un proceso que se está produciendo de forma vertiginosa, al ritmo que suele marcar la aparición de los sucesivos dispositivos. La sociedad, alentada por la industria, ha terminado por abrazar el mercado de “lo digital” y hoy día resulta más que inusual no toparse con alguien que no viva la interacción tecnológica en tiempo real.
Sin embargo, a la hora de trasladar este “flechazo” a las aulas el ritmo se ralentiza. No suele ser sencillo dotar a los centros escolares de la infraestructura necesaria, puesto que en ese camino se interponen las decisiones políticas y los trámites burocráticos; la formación del profesorado es un proceso de largo recorrido; las adaptaciones metodológicas precisan de análisis e investigaciones, mientras que la elaboración de contenidos específicos suele depender de los factores anteriormente citados.
Ante este contexto, la Comisión Europea elaboró en 2005 un esquema de ocho competencias entre las que incluyó el tratamiento de lo digital definido como “el uso seguro y crítico de las tecnologías de la sociedad de la información para el trabajo, el ocio y la comunicación. Se sustenta en las competencias básicas en materia de TIC: el uso de ordenadores para obtener, evaluar, almacenar, producir, presentar e intercambiar información, y comunicarse y participar en redes de colaboración a través de internet”.
El siguiente paso lo dio en 2006 la vigente Ley Orgánica de Educación (LOE), al incluir el tratamiento de la información y la competencia digital en el currículo. La norma especifica que “el tratamiento de la información y la competencia digital implican ser una persona autónoma, eficaz, responsable, crítica y reflexiva al seleccionar, tratar y utilizar la información disponible, contrastándola cuando es necesario, y respetar las normas de conducta acordadas socialmente para regular el uso de la información y sus fuentes en los distintos soportes”.
En Aprender a Pensar hicimos nuestra esta preocupación y la conectamos con la competencia para aprender a pensar, con la idea de que la sociedad de la información requiere, ahora más que nunca, del desarrollo de habilidades críticas y analíticas para saber convertir la información en conocimiento.
Competencia digital desde infantil
Un lustro después de aquellas medidas, el departamento de Proyectos Europeos del Instituto de Tecnologías Educativas ha elaborado un estudio de seguimiento de la competencia digital. En él se resumen las dificultades surgidas, los beneficios obtenidos y los retos principales a los que se enfrenta el tratamiento de lo digital en las aulas.
El estudio confirma, en primer lugar, que la integración de las TIC en las aulas ha de hacerse “tan pronto como sea posible”, desde la etapa de Educación Infantil, haciendo hincapié tanto en el desarrollo de la expresión creativa como en la integración de medidas de seguridad y privacidad.
La funcionalidad de las TIC es otro de los aspectos abordados en el estudio sobre la competencia digital, que destaca distintas funciones de las nuevas tecnologías como la función informativa, la instructiva, la motivadora, la expresiva y comunicativa, la lúdica y la innovadora, entre otras.
Asimismo, el estudio no elude uno de los puntos que más preocupa al colectivo docente, el de la capacitación digital. En este sentido, el trabajo menciona que la formación del profesorado ha de estar “enfocada a la enseñanza” y no limitarse únicamente al desarrollo de habilidad de usuario, puesto que una “formación instrumental-didáctica” contribuye a desarrollar una mayor motivación y actitud positiva ante las TIC.
Jordi Adell: Competencia digital de los profesores
Por último, se aborda el tema de las infraestructuras presentando cuál sería la dotación necesaria de los centros para el buen desarrollo de la competencia digital: pizarras digitales interactivas, aulas informáticas (con un número de ordenadores de entre diez y veinte), ordenadores en las aulas de clase, mediatecas, salas multiuso, intranets y webs de centro.