Nicholas Carr, autor estadounidense y exdirector del Harvard Bussines Review, ha publicado recientemente el libro Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?, donde expone su preocupación sobre la actividad multitarea y el pensamiento fragmentario implicado en ella promovido por el uso de las nuevas tecnologías.
En una entrevista concedida a El País, el autor se muestra crítico con el despliegue de Internet y las tecnologías de la información. “La esencia de la libertad es poder escoger a qué quieres dedicarle tu atención. La tecnología está determinando esas elecciones y por lo tanto está erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma”
No niega en absoluto el potencial comunicativo de las redes sociales, muy al contrario: «precisamente porque su esencia son los micromensajes lanzados sin pausa, su capacidad de distracción es enorme». Para Carr, el uso continuado de Internet y los dispositivos a través de los cuales accedemos a ella está influyendo en nuestra capacidad de concentración, que disminuye a ojos vistas, y en el hábito de dedicar tiempos largos a una misma tarea. La continua navegación entre contenidos “nos aleja de formas de pensamiento que requieren reflexión y contemplación”, dificultando el pensamiento creativo y la reflexión “abierta”, desligada de la utilidad. Cada vez somos “seres más eficientes procesando información pero menos capaces para profundizar en esa información, y al hacerlo no solo nos deshumanizan un poco, sino que nos uniformizan”.
Claro que todavía no somos esclavos de la tecnología – aunque Carr cita estudios que relacionan el uso de Internet con las adicciones más fuertes-, pero, al igual que ha ocurrido con otras revoluciones tecnológicas, como la imprenta o el reloj, el cambio que sufre el mundo alrededor condiciona nuestra decisión: “Tú puedes elegir tus tiempos y formas de uso, pero la tecnología te incita a comportarte de una determinada manera”.
El futuro del libro
A este respecto, ni siquiera entre las “páginas” de un libro electrónico se está a salvo. Frente al ordenador, que es “una máquina de interrupciones constantes”, el libro tradicional te permitía aislarte y concentrarte sobre un único contenido. Los dispositivos electrónicos, en continua evolución, incluirán cada vez más funcionalidades, de manera que la lectura se vea salpicada de enlaces, vídeos y otros estímulos, como ya ocurre con el sitio web Google Books. “Es ingenuo pensar que los libros no van a cambiar en sus versiones digitales. […] Y eso ejercerá presión también sobre los escritores. Ya les ocurre a los periodistas con los titulares de las informaciones, sus noticias tienen que ser buscables, atractivas. Internet ha influido en su forma de titular y también podría cambiar la forma de escribir de los escritores”.
Libertad vs. control
Carr sostiene que como sociedad nos dirigimos hacia una distopía similar a la planteada por Huxley en “Un mundo feliz”. Cediendo cada vez más parcelas de nuestra privacidad a cambio de comodidad y beneficios comerciales, “reduciremos nuestra libertad voluntaria y alegremente, con el fin de disfrutar plenamente de los placeres de la sociedad de consumo”. Corremos el riesgo de acabar entendiendo la privacidad meramente como una barrera para la socialización y el consumo eficientes: la libertad en la red tiene una doble cara, la del individuo y la de las corporaciones, que confluyen a menudo cuando el individuo pacta libremente con las corporaciones renunciar a parte de sus derechos. Sin embargo, esta tensión entre “la libertad que nos ofrece Internet y su utilización como herramienta de control” que le es inherente, según el experto, “nunca se va a resolver”. Un ejemplo paradigmático de esta tensión entre libertad y control es Wikipedia, que “comenzó siendo una web completamente abierta pero con el tiempo, para ganar calidad, ha tenido que cerrarse un poco, se han creado jerarquías y formas de control. De ahí que una de sus lecciones sea que la libertad total no funciona demasiado bien”.
La incertidumbre que genera un nuevo paradigma es enfrentada por Carr con pesimismo, aunque invita a reflexionar sobre ello como vía de emancipación (“un primer paso para escapar es ser conscientes de ello”). “La habilidad de concentrarse en una sola cosa es clave en la memoria a largo plazo, en el pensamiento crítico y conceptual, y en muchas formas de creatividad. Incluso las emociones y la empatía precisan de tiempo para ser procesadas. Si no invertimos ese tiempo, nos deshumanizamos cada vez más”.
Más información:
– Leer entrevista completa en El País
– Descargar primeras páginas de Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?