Por Begoña Ibarrola.

El Sol está enfadado porque los habitantes de la Tierra no le dan las gracias por su trabajo. Entonces decide no volver a salir, lo cual tiene unas consecuencias desastrosas para todos los habitantes del planeta. La Luna y las estrellas también se sienten muy mal por esta decisión que les hace trabajar horas extras.

En este cuento se habla de … la gratitud, del enfado y de la forma de solucionar un conflicto a través del diálogo y el cambio de actitud.


El Sol estaba ya muy cansado de salir todos los días a iluminar la Tierra y darle calor. Estaba además muy enfadado con sus habitantes porque eran unos desagradecidos. En otros tiempos, todos los días le daban las gracias al salir y le despedían al atardecer, levantaban monumentos en su honor, le dedicaban canciones, grababan su cara en las piedras, le hacían versos, y él se sentía muy orgulloso de lo que hacía y muy feliz.

Pensaba: “Gracias a mí maduran los frutos, os doy vitaminas que os ayudan a crecer y estar sanos, derrito los hielos y tenéis abundante agua, sin la que no podríais vivir. Ayudo a que salgan miles de flores que os alegran la vista y el olfato, y un montón de cosas más. Y a cambio, ¿qué hacéis los seres humanos por mí? Nada, ni caso, como si fuera mi obligación salir todos los días a calentar la Tierra”.

Estaba tan, tan furioso, que decidió darse unos días de vacaciones y no brillar en el cielo.

Y ¿sabéis lo que pasó? Que aquello fue un auténtico desastre: la Luna y las estrellas se enfadaron mucho porque tuvieron que hacer horas extras y no podían irse a descansar. Estaban indignadas. ¿Cómo podía el Sol hacer semejante locura?

Empezó a hacer frío, cada vez más frío. Las flores no se abrían, las frutas no maduraban, los animales estaban despistados, pues no sabían cuándo dormir y cuándo despertar. Las luces de las calles y de las casas tenían que estar encendidas todo el tiempo. La gente empezó a ponerse triste, muy triste, y algunos incluso enfermaron.

A los niños les costaba mucho levantarse para ir a la escuela:

–Mamá, déjame dormir un poco más, que todavía es de noche.

–No, cariño, que ya es la hora. Ya es de día, aunque el Sol no haya salido todavía.

Los responsables de todos los países del planeta estaban muy preocupados, pero no sabían qué hacer hasta que a uno se le ocurrió una idea: debían ir a hablar con el Sol.


Se reunieron representantes de todos los lugares de la Tierra y juntos se dirigieron a la montaña por la cual acostumbraba a nacer el Sol.

Y una vez en la cima le pidieron que saliera de su escondite y les escuchara con atención. Entonces le hablaron y le suplicaron que volviera a brillar en el cielo.

–¡Ah! ¿Así que me echáis de menos y queréis que vuelva? –les dijo muy enfadado.

–Sí, te pedimos que vuelvas y reconocemos que tu presencia es necesaria para la vida de toda la Tierra, no solo para nosotros los seres humanos, sino para los animales y las plantas también. Tú nos das la vida y sentimos mucho haberlo olvidado, te prometemos recordarlo de ahora en adelante y para siempre. Te estamos profundamente agradecidos. Perdónanos, por favor…

–Bueno, me lo voy a pensar…

Y el Sol volvió a esconderse detrás de la montaña.

Como también la Luna y las estrellas se lo estaban pidiendo por favor todos los días, cada vez con mayor insistencia, decidió al fin salir a la mañana siguiente.

¿Y os imagináis lo que pasó?

Que en todo el mundo se celebraron fiestas en su honor, se levantaron monumentos, se hicieron canciones y poesías, se grabó su rostro en las piedras y hasta se pusieron de moda las danzas al Sol.

Eso sucedió hace mucho, mucho tiempo, y el Sol, desde entonces, sigue saliendo todos los días y dando su luz y calor.

¿No crees que tú también debes darle las gracias?

PROPUESTA DE ACTIVIDADES

  1. Hacer una representación teatral sobre el cuento, elaborando los disfraces o pintando el decorado. Se reparten los diferentes personajes y se representa la obra.
  2. Pedir a los alumnos que cuenten a los demás qué es lo que más les enfada y qué hacen cuando se enfadan. Que todos aprendan a identificar las diferentes expresiones de enfado, incluido el silencio.
  3. Si ellos hubieran sido el Sol, ¿habrían hecho lo mismo? ¿Qué otras cosas podría haber hecho el Sol para demostrar lo enfadado que estaba? Es importante que los alumnos aporten varias opciones para comentar que ante una situación de enfado se pueden hacer cosas diferentes, unas adecuadas y otras no.
  4. Escribir entre todos una carta al Sol, que cada uno le dé las gracias por algo, y después hacer un dibujo grande del Sol en papel continuo y pegar tarjetas de agradecimiento o dibujos, etc.
  5. Cuando alguien se enfada con ellos, ¿cómo se sienten? Se puede hablar sobre la necesidad de expresar el enfado sin que haga daño a nadie, de una forma adecuada.
  6. Vivenciar el concepto de enfado por medio del lenguaje verbal y no verbal, y a continuación comentar con ellos la importancia de aprender a calmarse. ¿Qué hacen para controlar su enfado o para dejar de estar enfadados? Que cada alumno diga alguna estrategia que utiliza para entrar en calma.
  7. Comentar lo que es el agradecimiento. ¿Por qué cosas pueden dar gracias? Hacer una ronda y que cada alumno diga alguna cosa por la que se siente agradecido. Durante uno o dos días, pedir a los alumnos que den las gracias a alguien de la clase cuando lo sientan, cuando les ayuden o les hagan un favor.
  8. Se puede continuar el cuento, por ejemplo, añadiendo lo que podría haber pasado si no le convencen al Sol para que vuelva a salir.
  9. Pedir a los alumnos que pregunten a sus padres y abuelos qué cosas les enfadan más y al día siguiente lo comenten en la clase. Se trata de ayudar a los alumnos a comprender que los adultos también se enfadan.
  10. ¿Se pueden imaginar qué habría ocurrido si, en lugar del Sol, se hubiera enfadado la Luna? Hacer un relato entre todo el grupo con este nuevo argumento. Pintar las caras del Sol y de la Luna enfadados y contentos.

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