Con frecuencia aparecen en la prensa artículos y noticias resaltando y destacando el éxito de las matemáticas de Singapur, debido a los buenos resultados que alcanzan sus estudiantes en las pruebas externas y de reconocimiento internacional, como las prueba PISA o TIMSS, donde se sitúan siempre a la cabeza. Pero, últimamente, las noticias ya no nos llegan de tan lejos, ya que esta exitosa metodología se está impartiendo en muchas aulas de escuelas de toda España. Y es que cada vez son más los profesores y centros convencidos de la necesidad de realizar un profundo cambio para atender a las dificultades que, durante muchos años, nos hemos encontrado en el aprendizaje y comprensión de las matemáticas.
Para poder entender el éxito de la Metodología Singapur debemos remontarnos a las décadas de los setenta y ochenta. Por aquel entonces, Singapur había pasado décadas bajo el dominio del imperio británico, sin apenas recursos y decide invertir en el más preciado bien y pilar de central de toda sociedad, la educación, poniendo el foco en las matemáticas. Parece imposible pensar que aquel pequeño país consiguiera renacer y convertirse en lo que hoy en día es: un próspero centro financiero que aspira a convertirse en el país del futuro y en la meca de la tecnología y de la robótica.
Durante 12 años (desde 1980 hasta 1992) un grupo formado por pedagogos, matemáticos, políticos, maestros y psicólogos, trabajaron para hacer una ley de educación. Del análisis que llevaron a cabo durante ese tiempo encontraron las razones por las que el aprendizaje de las matemáticas fallaba:
• Con frecuencia recurrimos al aprendizaje memorístico de contenidos.
• Nos centramos en que los alumnos adquieran un aprendizaje rutinario de los procedimientos de los que no son capaces de entenderlos
• Hacemos un excesivo énfasis en proponerles cálculos tediosos.
Ante estas conclusiones, el doctor y profesor Yeap Ban Har (Penang, 1968), uno de los máximos exponentes de la metodología Singapur, insiste en la importancia de cambiar la forma de enseñar matemáticas de una manera natural y cercana al lenguaje de los niños. Este es el mensaje que alrededor del mundo, desde oriente hasta occidente, el Dr. Yeap Ban Har lleva a las escuelas.
El Dr. Yeap Ban Har es, además, el autor de la solución educativa de SM Piensa infinito, gracias a la cual unos doscientos centros repartidos por toda España ya trabajan según las mismas bases metodológicas con las que se hace en las aulas de Singapur.
Para poder llevarlo a cabo en el aula, la forma de trabajar va a ser diferente y los profesores tendremos un nuevo papel para conseguir que:
• Los alumnos se sientan protagonistas. Convertir a los niños en el centro del aprendizaje de manera que sean los propios alumnos los que descubran los conceptos a través de la manipulación y del diálogo.
• Aprender sea una experiencia. Para ello se crean dinámicas para que los niños aprendan desde la experiencia y desarrollen su faceta social y comunicativa. Los alumnos sean conscientes de su aprendizaje. Establecer estrategias de metacognición que ayuden a los niños a conocerse a sí mismos: qué aprenden, cómo aprenden mejor, cómo se sienten aprendiendo…
• Aprender esté al alcance de todos. Atendiendo a los distintos niveles de aprendizaje y a las inteligencias múltiples.
• Aprender sea un desafío. Proponer retos que sitúen al niño en una posición de curiosidad por aprender, y fomentar el análisis de una misma realidad desde distintos puntos de vista.
• Se evalúe todo el proceso. Facilitar la evaluación desde la observación de todos los momentos del aprendizaje: la manipulación, su verbalización y su expresión matemática.
Para conseguir todo esto, Piensa infinito da mucha importancia a la escucha y al diálogo entre alumnos, respetando los distintos ritmos de aprendizaje que permite la atención a la diversidad. Los alumnos inician el proceso de aprendizaje manipulando con materiales y acaban haciendo matemáticas de manera razonada, en lugar de hacerlo de manera mecánica. Además, en cada una de las sesiones los niños aprenden interactuando en grupo, trabajando en parejas y reflexionando individualmente sobre su propio aprendizaje.
De esta manera, nuestros alumnos serán capaces de resolver problemas a los que no se han enfrentado antes, reforzando el pensamiento matemático, y no a través de procedimientos memorizados, haciendo posible que alcancen las competencias del siglo XXI: facilitar la comunicación (saber escuchar, argumentar y expresar ideas), generar juicio crítico, propiciar situaciones de colaboración y fomentar la creatividad.