Grupo de Historia de las Matemáticas de la RSME.
Durante varios siglos, Europa ha tenido una posición hegemónica en las ciencias y las matemáticas universales, lo que no debe hacer olvidar ni las raíces orientales de la matemática europea, las anteriores a la Grecia clásica, primero, y las previas al Renacimiento, después, ni la existencia de una matemática autóctona en cualquier cultura florecida antes de su contacto con la occidental o europea.
Pero no todas la naciones europeas contribuían en igual medida a esa hegemonía. En A concise history of mathematics, Dirk J. Struik, matemático e historiador de la matemática holandés nacionalizado norteamericano, escribió (1948): “Cuando se inició el siglo veinte, la matemática se encontraba floreciente, aunque la matemática creativa estaba todavía confinada en una parte del mundo, era en muchos casos una profesión académica y restringida, con algunas excepciones, a los varones de la estirpe europea. Los países líderes seguían siendo Francia y Alemania”.
En este entorno de 1900, la situación de España no era floreciente sino periférica, lo que significa ser un país receptor neto de la ciencia creada en otros lugares de la comunidad científica internacional.
Al escribir “todavía”, Struik era consciente de que la situación estaba cambiado con el transcurso del siglo XX; en efecto, otros países no europeos se iban incorporando a ese florecimiento, se han incorporado de hecho incluso tomando posiciones adelantadas. También la restricción de género en la creatividad matemática se está liberando, en un proceso que tiene aún camino por recorrer.
La posición matemática periférica de España se ha difuminado notablemente a lo largo del siglo XX, teniendo un momento brillante en el tramo final de la Edad de Plata de la Cultura Española, que quedó aniquilada por la Guerra Civil y la posterior represión. La aproximación de la matemática española a la matemática internacional floreciente resurgió con auge al tiempo que la España democrática pasaba en 1985 a formar parte de las Comunidades Europeas, que pasaron a ser la Unión Europea (UE) en 1993.
Entre las numerosas iniciativas que se pusieron en marcha en la UE para promover una nueva identidad europea reforzada, surgió la obra colectiva L’Europe mathématique: histoire, mythes, identités (Ed. La Maison des Sciences de l´’Home, 1996). Uno de sus capítulos, escrito por el matemático e historiador de la matemática argentino Eduardo L. Ortiz, está dedicado a la conexión de la comunidad matemática internacional durante el siglo XIX con la “periferia ibérica”, que en Europa forman España y Portugal, y al otro lado del Atlántico, América Latina.
Este artículo sirve de coartada para destacar los paralelismos y las coincidencias a lo largo de la historia de las matemáticas en España y Portugal, afirmando la conveniencia de que ambas se consideren de modo conjunto, no solo en el período contemporáneo sino a lo largo de toda la historia, incluyendo las dominaciones romana y árabe y, por supuesto, los momentos estelares en los inicios de la navegación oceánica.
Desde el Grupo de Historia de las Matemáticas de la RSME (GHM/RSME) y el Seminário Nacional de História da Matemática de la Sociedade Portuguesa de Matemática (SNHM/SPM) se vienen proponiendo “Encuentros Ibéricos de Historia de las Matemáticas” con el fin de aproximar a las comunidades de historiadores de las matemáticas de ambos países y promover el trabajo en común.
El primero tuvo lugar en Santiago de Compostela el año 2013, el segundo en Coimbra en 2016 y el tercer encuentro ha sido este año en Sevilla, del 26 al 28 de septiembre. La cita del Encuentro/Encontro de este año ha sido particularmente adecuada al coincidir con el inicio del quinto centenario de la primera circunnavegación del Globo, para el que los Gobiernos de España y Portugal han presentado un programa conjunto de acciones que serán auspiciadas por la UNESCO, declarando aquella gesta del primer cuarto del siglo XVI como Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Quince días antes se había inaugurado en el Archivo General de Indias de Sevilla la exposición “El viaje más largo”, sobre los aspectos humanos y científicos de la aventura de los navegantes que dieron la primera vuelta al mundo. Partieron hacia alta mar desde Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1519, eran 239 tripulantes de varias naciones europeas repartidos en cinco barcos al mando del marino portugués Fernando de Magallanes. La larga y accidentada travesía oceánica finalizó también en Sanlúcar tres años después, cuando solo arribó la nave Victoria con 18 supervivientes capitaneados por el marino español Juan Sebastián Elcano.
En el tercer Encuentro/Encontrose se han tratado temas diversos, pero historiadores españoles y portugueses han dado cuenta de investigaciones muy relevantes sobre el papel de la experiencia, la ciencia y la matemática en la cultura náutica, incluyendo la elaboración de mapas.