¿Es posible hacer una “filosofía joven”, es decir, una filosofía “desde la juventud” y “para la juventud”? Continuamente separamos la “filosofía como actividad” de la “filosofía como sistema o como contenido”. Con frecuencia se ensalza la primera y se mira con desconfianza la segunda, dada la variedad de opiniones incompatibles que refleja la historia de la filosofía. Parece pues que habría que insistir en la actitud filosófica. Si es verdad que a filosofar se aprende filosofando, tendremos que poner a punto un “modo de filosofar adolescente”. De esa manera intentaremos desarrollar una “competencia filosófica”. ¿No falta en la tabla de las competencias de la LOE? ¿Cuáles podrían ser las características de esta competencia? Se entiende por competencia el conjunto de actitudes, conocimientos, hábitos, sentimientos, que permiten atender a demandas complejas de la realidad. ¿Cuáles son las demandas complejas que tendría que atender la competencia filosófica?
- Una demanda que procede de nuestro modo de estar en el mundo: Necesitamos conocer, comprender, responder a preguntas sobre la realidad, física y social sobre nosotros mismos, tener una representación de la totalidad de lo real, y de nuestra relación con ella. Necesitamos saber si lo que creemos es verdadero. Necesitamos saber cómo dirigir nuestro comportamiento.
- Una demanda de nuestro modelo ideal de convivencia: Necesitamos desarrollar un uso de la inteligencia capaz de realizar un proyecto de vida humana digna.
En el libro “Competencia social y ciudadana” indicamos que para que la competencia sea pedagógicamente operativa, necesitamos definir los “factores” que la componen . En el caso de la filosofía serían:
- No anular la teleología de la inteligencia humana
- Conocimientos necesarios
- Habilidades discursivas: planteamiento de problemas, búsqueda de soluciones, razonamiento lógico, comprensión de argumentos ajenos.
- Virtudes intelectuales. Aquellos hábitos afectivos que son necesarios para la búsqueda de la verdad y del bien.
Como un intento más de ampliar el interés por la filosofía, he publicado un artículo sobre este tema en la revista PSICOLOGIA PRACTICA, que se titula «Filosofía como antidepresivo».