Para dar continuidad al tema de la planificación, aporto mi visión sobre este tema. No es infrecuente que en mis sesiones de formación, los profesores se extrañen al principio cuando explico que concibo la planificación como una etapa apasionante; es cierto. Y lo es porque es un momento de trabajo en equipo, creativo y que da cauce a todo aquello que debemos y queremos hacer dentro del aula.
Aquí es donde entra en juego el concepto de puzle. Un docente juega con un gran número de piezas para encajar y, si no lo consigue, corre el riesgo de no estar atendiendo a diversos aspectos, a veces de las leyes educativas y otras de su propio proyecto educativo. Luego, no está de más hacer el propio listado de piezas y pensar cómo se van a hacer encajar, dándole a todo ello un formato de Unidad Didáctica o de Proyecto, por ejemplo.
Algunas de las piezas que considero esenciales en mi concepción de planificación son: los valores a fomentar, las metas de comprensión y de transferencia que busco, los hábitos mentales que necesito desarrollar, la puesta en escena, la evaluación inicial, las competencias clave que escogeré para este período, los contenidos que manejaré, los senderos en forma de actividades que me permitirán llegar, a través de las inteligencias múltiples, a la diversidad; los recursos materiales y humanos específicos, los espacios y potenciadores del aprendizaje en concreto, los recursos didácticos y metodológicos que mejor se adapten, los mecanismos de auto/co/hetero-evaluación que fomenten la metacognición en los alumnos y la previsión de una extensión o enriquecimiento curricular, cuando sea necesario.
Ya sé que el listado asusta. Nadie dijo que ser educador fuera sencillo. Sin embargo una frase sabia dice que “educador es quien hace que lo difícil parezca fácil” y en este momento de la planificación, cuando el puzle se termina y todas las piezas han encajado, entonces la satisfacción profesional es total. El resultado es sencillo de entender, pero sus engranajes son tremendamente potentes, educativamente hablando.
El proceso es factible siempre que no olvidemos los ingredientes necesarios: Trabajo en equipo, buena formación, ideas claras, autonomía y tiempo de dedicación a esta faceta. Un tiempo, que en excesivas ocasiones, se dedica a otros menesteres importantes, pero menos.