En las últimas semanas he colgado en este blog algunos de los artículos que publico en mi sección de La Vanguardia. Hoy quiero explicar por qué lo hago.
Me gusta escribir sobre filosofía en los periódicos. Ya sé que en un artículo para el gran público no podemos apelar a tecnicismos, ni apoyarnos en la venerable tradición filosófica. Pero estos recursos son con frecuencia tramposos, por su facilidad. Una de las funciones de la filosofía es enriquecer conceptualmente el mundo de la vida, lo que mi maestro Husserl llamaba el Lebenswelt.
Es la mejor manera de mejorar la “inteligencia comunitaria”, la inteligencia de la sociedad. Y este asunto me parece importante porque esa inteligencia es la que marca el nivel de vida intelectual, la altura de los debates, el ennoblecimiento o el encanallamiento de la vida pública. Es sorprendente la influencia que tuvieron en Francia los artículos de un filósofo –profesor de filosofa de bachillerato- que fue el maestro de la generación de Sartre: Alain. Durante treinta años publicó diariamente un pequeño artículo de un par de páginas, bajo el título “Propos”, que os animo a leer. Os animo también a escribir filosofía para personas que creen que la filosofía no les interesa. Es fácil persuadirles de su error, si sabemos hacerlo bien. Al menos, esa es la experiencia que tengo.