Os traemos un resumen de la conferencia de Daniel Pink en el Global Education Forum, que tuvo lugar la semana pasada en Madrid organizado por la Institución Educativa SEK y la Fundación del mismo nombre.
A través de videoconferencia y con falta de tiempo, motivada por el retraso del programa tras la pausa para la comida, Daniel Pink habló de varios experimentos para ilustrar “científicamente” la diferencia entre motivadores intrínsecos y motivadores extrínsecos. Para Pink, el sistema mecánico de castigo-recompensa funcionaba para la mayoría de los trabajos del s. XX, pero ya no es efectivo.
En el primero, llevado a cabo por Sam Glucksberg en Princeton (y repetido con algunas variaciones por otro grupo de investigadores con estudiantes del MIT), se asignaban a tres grupos distintas tareas: una tarea de desempeño mecánico, otra que implicaba habilidades cognitivas rudimentarias y finalmente otra que implicaba resolución de problemas más complejos.
La serie de experimentos demostró que el sistema de recompensas (“zanahorias y palos”) funciona muy bien con el primer tipo de tareas: se hacen más rápido y mejor. Mientras las tareas impliquen solo habilidades mecánicas, al consistir en el respeto a un conjunto de reglas y perseguir un objetivo claro, el sistema de recompensas funciona como se espera: cuanto más se paga, mejor desempeño.
Pero una vez la tarea requiere aunque solo sea habilidades cognitivas rudimentarias, una mayor recompensa conduce a un desempeño más bajo.
En el último tipo de tarea, sin embargo, la recompensa puede estrechar las miras y bloquear la creatividad necesaria para resolverla. En aquellas actividades con múltiples vías de resolución y sin protocolo de actuación previamente establecido, las recompensas condicionales (if-then rewards) no funcionan.
En el segundo experimento, había tres grupos de niños de entre 4 y 5 años, la época en que los niños disfrutan al máximo dibujando.
Al primero de ellos se le dijo: «dibuja todo el tiempo que quieras, y al final se te dará un regalo» (grupo del expected award). Al segundo, se le dijo “dibuja si quieres”, y al final se le dio un regalo igualmente, aunque no había sido anunciado (grupo del unexpected award). Al tercero, por último, se le dijo “dibuja si te apetece”, pero no se le prometió nada, ni se le regaló nada.
El primer grupo no aprovechó todo el tiempo para dibujar, sino que lo hicieron por un rato y después se limitaron a esperar el regalo. El segundo grupo y el tercero, por el contrario, aprovecharon todo el tiempo para dibujar, solo porque les gustaba hacerlo.
La conclusión de Pink sobre la motivación es que si se pone el premio como meta de la actividad, y no el propio placer de hacerla, desaparece la motivación.
Para Pink, existen fundamentalmente tres elementos motivadores clave:
- Autonomía: tener el control sobre nuestra propia vida/actividad
- Maestría o dominio sobre la actividad: el deseo de hacer mejor algo que nos interesa
- Tener un propósito con ella: el anhelo de hacer lo que hacemos en algo más grande que nosotros mismos.
«Nadie se implica en aquello que hace si le dicen exactamente cómo hacerlo y es controlado». Solo hay compromiso si hay autonomía, por lo que esta puede considerarse «la mejor tecnología posible para promover la implicación».
Conclusiones:
1. Los motivadores extrínsecos tradicionales (recompensa-castigo, condicionales si… – entonces…) solo funcionan en un campo muy estrecho de circunstancias
2. Ese tipo de recompensas a menudo destruyen la creatividad
3. El verdadero impulso para hacer las cosas bien es el hacerlas por sí mismas, porque nos gustan o interesan: autonomía, maestría y propósito.
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