Mario ha vuelto a ir al médico con su padre. Le han diagnosticado una alergia y tiene que ir cada semana para ponerse una inyección. Cada visita a la consulta se transforma en una mañana de llantos, gritos, pataletas.
Hoy el dolor causado por la inyección le ha resultado insoportable y Mario ha llorado muchísimo. Realmente se lo ha puesto muy difícil al médico.
Cuando salen, su padre está muy enfadado:
– ¡Cada semana la misma historia! ¿Tú crees que tienes que ponerte así por una inyección? ¡Ni que te estuvieran matando! Ni tu hermana pequeña llora tanto cuando la pinchan…¡Qué vergüenza, tan mayor que eres y llorando como un bebé!
Ponte en el lugar de Mario e intenta responder a estas preguntas:
z ¿Cómo se debe sentir Mario después de oír estas palabras de su padre?
z ¿Qué va a ocurrir cuando vayan a ponerle la próxima inyección?
z ¿Qué habría pasado si la respuesta hubiera sido la siguiente?:
– Debe haber sido muy doloroso. Ojalá los pinchazos no hicieran ningún daño. A mí tampoco me gustaban las inyecciones. Suerte que después nos curamos y nos encontramos mejor, ¿verdad? ¡Ya verás qué contento estarás cuando te pongan la última!