La escuela que desarrolla la inteligencia verbal-lingüística es la escuela de las palabras. No de montones de palabras, sino de palabras sentidas y con sentido. Palabras que nacen en tu interior con vocación de llegar a otros interiores; no palabras banales, palabras elegidas. Palabras constructoras y constructivas.
Una escuela visual-espacial entra por los ojos. Comunica con sus espacios, sus colores. Sus paredes hablan de lo que ocurre y lo hacen con la estética que comunica que cada rincón del cole nos ha visto crecer y aprender.
La escuela lógico-matemática está plagada de preguntas; preguntas de alumno, cuya curiosidad es despertada por retos interesantes, útiles y significativos. Es el cole donde se investiga, se hacen hipótesis y se puede pensar en posibles respuestas, aunque muchas veces sean erróneas, porque del error también se aprende.
La escuela con inteligencia musical nos acoge y nos despide con música. Encuentra en ella la compañera ideal para relajar o activar según el momento. Nos rodea de música durante períodos de evaluación o de concentración, porque la pieza adecuada siempre suma.
Una escuela corporal-cinestésica es una escuela en movimiento; Una escuela en 3D, porque la pizarra y el cuaderno sólo tienen 2D y eso les aleja de la vida real. Es un lugar donde el alumno aprende con su cuerpo porque, como ya decía Platón, “se aprende haciendo”.
La escuela con inteligencia naturalista se abre a la exploración y al descubrimiento. Es el entorno que potencia la observación a través de los cinco sentidos para, siendo consciente de cuanto nos rodea, aprender a valorarlo y respetarlo.
En la escuela interpersonal encontramos el fomento de las relaciones respetuosas entre todos; la comprensión de otras formas diferentes de ver la vida y la capacidad de contar con los demás para lograr objetivos comunes. Es la escuela del compañerismo; de la coherencia entre lo que se predica y lo que se hace.
La escuela intrapersonal es la que ayuda a cada alumno a descubrirse y conocerse profundamente. Es la escuela que fomenta la reflexión personal y ayuda a descubrir que cada “yo”es un ser único, lleno de potencialidades para contribuir a hacer un mundo mejor.
¿Te imaginas una escuela de inteligencias múltiples?