Por Begoña Ibarrola.
La margarita quiere ver la nieve, y por eso, cuando el hada del sueño toca las flores para que se vaya a dormir, ella se queda despierta. No sabía que el frío y el viento del otoño podían ser peligrosos para ella, pero descubre cosas sorprendentes y encuentra en el jardín unos amigos que le ayudarán a cumplir su sueño.
En este cuento se habla de … el miedo y las ilusiones, pero también de la amistad, de la cooperación y de la ayuda entre todos.
Con el otoño llegó el viento y el frío, y las golondrinas se fueron a pasar el invierno a lugares más cálidos. Los días cada vez eran más cortos y las noches cada vez eran más largas. Todo el campo y el jardín entraban en reposo.
Las mariquitas también se preparaban para el gran sueño buscando un lugar donde esconderse, incluso el caracol se metía en su concha para no salir en bastante tiempo.
Pero la margarita era muy curiosa y quería saber cómo era la nieve, así que decidió hacerse la dormida cuando el hada del sueño la tocó con su varita mientras decía:
– ¡Dormid, dormid, florecillas,
margaritas, amapolas, gitanillas,
dormid, dormid, dormid!
Y ellas, dulcemente, se acurrucaron entre la hierba, que también se desmayaba por la fuerza del viento.
La margarita empezó a temblar mientras pensaba: “¡Ay, ay qué frío, qué viento! ¿Qué haré para abrigarme?”.
Buscó a su alrededor y pidió a unas hojas de castaño que la taparan, pero ellas le dijeron:
– No podemos servirte de abrigo, debemos ir a donde el viento nos lleve, pero puedes pedirle al helecho que te tape un poco para protegerte, y pídele al musgo que te haga un lecho verde alrededor del tallo, así te sentirás un poco mejor.
Antes de irse de allí, las hojas de castaño le preguntaron:
– Pero… ¿por qué no te has dormido como las otras flores cuando pasó el hada del sueño?
La margarita les contestó:
– Siempre he querido conocer la nieve, y este año he decidido quedarme hasta que la vea.
– Muy bien, pero tú sabrás lo que haces, es muy peligroso –le dijeron preocupadas mientras se marchaban volando empujadas por el viento.
La margarita temblaba, ahora en parte por el frío y en parte también por el miedo, pero había tomado una decisión y no quería volverse atrás.
Una mañana, los pájaros del jardín se reunieron a comentar el caso de la margarita, estaban muy preocupados y decidieron hablar con ella.
– ¡Hola, margarita! Queremos saber por qué no te has ido a dormir como han hecho las otras flores. Es muy peligroso quedarse despierta.
–Yo sé que vosotros conocéis bien el invierno, pero yo nunca he visto la nieve y he decidido esperar a que llegue. Me han dicho que es preciosa…
– Sí, es muy bonita, pero para ti es un peligro. Si te cae mucha nieve encima, tu tallo se puede romper. Además, te tapará y no podrás ver el sol, y sin el sol morirás, ¿verdad?
– Sí, creo que sí, por eso tengo miedo. Por un lado estoy deseando verla, pero también estoy un poco asustada.
Los pájaros sintieron lástima de la pobre margarita y se pusieron a pensar en la manera de ayudarla. Ella seguía tiritando de frío, aunque ya menos que antes porque el helecho la protegía del viento y el musgo rodeaba su pequeño tallo, como si fuera una bufanda.
De pronto, muy cerca de donde ella estaba, salió volando un montón de tierra por los aires.
– ¿Quién anda ahí? –pregunto la margarita asustada.
Una pequeña nariz asomó desde un agujero.
– Yo soy el topo. Y tú, ¿quién eres?
– Soy la margarita.
– ¿Y qué haces tú por aquí? Tenías que estar ya dormida.
– ¡Menudo susto me has dado…!
– Lo siento, pero cuando veas un montoncito de tierra volar, sabrás que soy yo.
La margarita iba de sorpresa en sorpresa. ¡Cuántas cosas pasaban en el otoño!
Una tarde, el cielo se cubrió de un extraño color gris plomizo y enseguida empezaron a caer copos de nieve.
La margarita se quedó inmóvil contemplando las estrellitas blancas que caían del cielo.
El helecho gritó:
– ¡Es la nieve! ¡Es la nieve!
En ese momento, la margarita supo que su sueño se había cumplido.
Y entonces, todos los pájaros del jardín –gorriones, herrerillos, petirrojos, mirlos, incluso las urracas– se acercaron a ella y le taparon con sus alas abiertas, dejándole un huequito para que pudiera ver cómo se cubría de blanco el jardín.
– Ahora duerme, margarita –le dijeron–. En la primavera, cuando despiertes, podrás contar a todas tus amigas cómo es la nieve, pero ahora duerme, duerme…
La margarita ya no sintió miedo, cerró los ojos llenos de estrellitas blancas y se tumbó suavemente sobre el lecho que el musgo le había preparado, y allí se quedó profundamente dormida.
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
- Pintar la margarita entre la nieve y los diferentes personajes que aparecen, los pájaros, el topo, el musgo, el helecho.
- Preguntar a los alumnos cuál era la ilusión de la margarita, y después, cada uno que diga algo que le haría mucha ilusión conocer o tener.
- La margarita tenía miedo. ¿A qué tienen miedo ellos? ¿Alguna vez han tenido mucho miedo y lo han superado? Comentar cómo es natural sentir miedo, aunque los miedos cambian con los años. Que comenten algo que cuando eran más pequeños les daba miedo y que pregunten a sus familiares qué les da miedo a ellos.
- Representar en un teatro con marionetas el cuento, añadiendo otros diálogos entre los diferentes habitantes del jardín.
- ¿Qué les ha parecido el comportamiento de los pájaros? ¿Se portan como amigos? ¿Algún amigo o persona mayor les ha protegido alguna vez de algún peligro?
- ¿Qué habrían hecho ellos para proteger a la margarita? Que comenten todo lo que se les ocurra para que la margarita pueda estar bien mientras ve la nieve.
- Pedir a los alumnos que cambien el final del cuento, imaginando diferentes situaciones.
- Dibujar un póster entre toda la clase donde aparezca el jardín en invierno.
- Pintar los miedos que cada uno tenga y luego meterlos todos en una caja y enterrarla en el jardín o quemarla aprovechando alguna fiesta popular donde se hagan hogueras.