Esta obra, que la Real Sociedad Española de Matemáticas y SM publican conjuntamente, es un diario en el que el matemático ruso Alexander Zvonkin registró las actividades matemáticas que desarrolló con un grupo de niños, formado por sus dos hijos y algunos de sus amigos, de forma regular y adaptada a la edad: sesiones de media hora con carácter semanal o quincenal.

Una de las técnicas didácticas que más fascinan a la comunidad matemática es la de los Círculos Matemáticos, practicada en la Europa del Este. La integración es vertical: alumnos jóvenes interactúan con otros mayores, estudiantes universitarios, licenciados, matemáticos industriales, profesores e incluso investigadores de talla mundial, todos dentro de la misma sala. Su objetivo es analizar problemas más que temas matemáticos. Se transmiten estos conocimientos a los alumnos, no a partir de una educación formal, sino practicando las matemáticas y observando cómo las practican otros. Alexander Zvonkin trasladó esa experiencia a un Círculo Matemático para alumnos de preescolar creado en su casa.

Como el autor repite en varias ocasiones, que nadie espere encontrar en este libro un “método para enseñar matemáticas”; el objetivo es más modesto —y más interesante— porque en la transcripción de las sesiones se puede aprender de los aciertos —y de los fracasos— de sus planteamientos. También se puede apreciar de forma muy clara la dificultad del trabajo del maestro: lo importante que es saber estar en silencio mientras los niños toman la iniciativa y, por encima de todo, lo difícil que es enfrentarse a la situación de un niño atascado ante un problema y cómo hay que intentar darle la información mínima necesaria para sacarle de ese estado, sin revelarle más de lo imprescindible sobre el desarrollo de la actividad.

Un vistazo a la lista de temas que se tratan en las sesiones -la banda de Möbius, un poco de topología, intersección de conjuntos, teoría de la probabilidad, …) puede sorprender al lector familiarizado con las matemáticas que estudian los niños en educación Infantil y primeros cursos de Primaria. Justamente, uno de los mayores logros del libro es mostrar cómo se pueden diseñar actividades que introducen conceptos matemáticos avanzados a niños de edades tempranas y, además, de forma que el niño tome la iniciativa y se convierta en protagonista de la actividad.

¿Lo consigue el autor? ¡No siempre! De hecho, lo más sorprendente de este libro, uno de sus mayores encantos, reside en que parte de lo que relata son fracasos. Como alguien capaz de resolver problemas de manera ejemplar, Zvonkin pone a prueba varias ideas y trata de ver si funcionan. Si no lo hacen —algo que ocurre con más frecuencia de la que podríamos suponer—, intenta comprender el porqué y continúa con algo distinto. Así es como se hacen las matemáticas y así es como funcionan los círculos matemáticos para escolares.

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