Educar es el proceso de guiar al otro hacia sí mismo, hacia quien realmente es… y no hacia quien nosotros queramos que sea.
Decía Carl Rogers: “el niño que se siente escuchado, crece seguro de sí mismo, mientras que el que no es escuchado deja un gran espacio para el deseo del otro, que va cubriendo, tapando, desplazando y ahogando progresivamente el propio deseo”.
Dice muy acertadamente Antoine de Saint- Exupèry (autor de El principito):
“El verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable
de ayudar al otro para que sea quien es”
Para conseguir que nuestros hijos tengan un adecuado desarrollo emocional, necesitamos generar un ambiente de confianza dentro de la familia donde:
z Se pueda hablar con libertad, sin tabúes ni temas prohibidos.
z Se escuche, se respete y se valore la opinión de todos.
z Haya convicciones razonadas y siempre discutibles.
z Nunca se escuche: “¡Tú, calla!”.
z Todos podamos expresar nuestras opiniones, sin recibir descalificaciones.
z Se reconozcan y valoren los pequeños éxitos de cada uno.
z Se juzguen los hechos, y no a las personas.
z Se acepten todos los sentimientos, pero no todas las acciones.
z No se presuponga mala intención por parte de nadie.